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Análisis tras el aniversario de su victoria electoral

Rajoy: un año de promesas incumplidas, recortes, sombras y luces al final del túnel

Rajoy: un año de promesas incumplidas, recortes, sombras y luces al final del túnel

Por Pablo M. Beleña
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martes 20 de noviembre de 2012, 09:52h
Ya está hecho: un año. Es lo que ha pasado desde que el entonces candidato electoral, presidente del PP, saltaba al balcón de Génova 13 para anunciar su victoria en las urnas y celebrar con los suyos que a partir de diciembre de 2011 sería el presidente de todos los españoles, tras 7 años de intentos. Mariano Rajoy, sin embargo, tiene poco que festejar. Y también, por cierto, mucho que olvidar. Les analizamos rápidamente lo que ha sido un año sin luces, muchas sombras... y, si acaso, siendo generosos, alguna luz al final del túnel.

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"2013 será mejor que 2012 y 2014 será el año de la recuperación". Es la gran frase de la esperanza pronunciada por Mariano Rajoy hace escasas fechas. La promesa de próximos brotes verdes es lo único que tira del carro de un Gobierno de una país deprimido, con casi 6 millones de parados, y negras aspiraciones de crecimiento y recuperación económica.

En su 'haber', Rajoy sabe que puede presumir de ganar en el campo que más le conviene como político: en las urnas. No sólo recuerda su gran triunfo del 20-N de 2011, donde se impuso por una abrumadora mayoría absoluta en las generales, sino que no ha dejado de ganar allá donde se ha presentado, con las excepciones contadas de Asturias y Euskadi y, próximamente Cataluña. El PP ganó en Andalucía, aunque no pudo gobernar. En Galicia, sin embargo, se consideró su victoria y la de Núñez Feijóo, claro, como un respaldo ciudadano a sus reformas. Este domingo 25, aunque lógicamente ni se acercará a la victoria, el PP de Alicia Sánchez-Camacho podría seguir creciendo.

Sin duda, su mejor hazaña global ha sido evitar el rescate financiero. Aunque España está en el punto de mira internacional, nuestro país ha sorteado, de momento, la intervención de Europa. Además, Rajoy consiguió ayuda para la banca, cerrando la crisis financiera de raíz, ha domado la prima de riesgo y conseguido alianzas como la Italia de Mario Monti, para hacer frente a la Europa comandada por Alemania y Francia. El sur de la Unión se niega a asumir el rescate o el castigo de la salida del euro.

Pero en su 'debe' hay muchos puntos a definir, casi todos ellos sociales. Dos huelgas generales en un  año ha batido todos los récords para un presidente y un Gobierno de España. Nunca en tan poco tiempo un gobernante había conseguido tanto rechazo ciudadano, aunque no reflejado, después, en mayorías parlamentarias. Además, el PP sigue perdiendo aceptación y Rajoy no consigue ser aceptado como líder político en la calle.

El último barómetro del CIS, publicado el 8 de este mes de noviembre, señala que el PP ha perdido 8,7 puntos en estimación de voto respecto a las elecciones del 20-N, y Mariano Rajoy sigue en caída libre, con una nota pésima de 2,78 puntos sobre 10, la más baja desde que ocupa el Palacio de la Moncloa, y la más baja conseguida nunca por un presidente español en democracia.


Reformas

Sin embargo, nada ha detenido a Rajoy y sus cuestionados ministros para continuar pasando su rodillo reformista, pese a quien pese y ganando los enemigos que haga falta. La reforma laboral, en realidad una re-reforma, ya que el PSOE de Zapatero ya procedió a una desde el Ejecutivo, acabó con el consenso social, matando cualquier diálogo con los agentes sociales.

La reforma financiera fue más discreta, pero terminó de cansar a una ciudadanía que miraba a la clase bancaria del país como la gran causante, junto a la clase política, de la grave crisis que atraviesa España en comparación a la del resto de países de la zona euro. Exceptuando a la trágica Grecia, claro.

El copago de la Justicia fue otro motivo del descontento social, por no comentar los recortes en Educación y Sanidad, que continúan crispando los ánimos en la calle día tras día. La subida de los impuestos, por contra, ha tenido una doble vertiente: además de ahondar más el enojo ciudadano, acabó con la credibilidad del Gobierno, que había hecho fuerte en su campaña electoral el argumento de que no subiría, y que incluso bajaría impuestos, en contraposición de las políticas fiscales del Gobierno Zapatero. Subió el IVA del 18% a 21% y casi todos los tramos del IRPF, limando aún más el consumo y el ahorro ciudadano.

Pero sin duda que el gran problema del Gobierno Rajoy ha sido no contener ni la recesión ni la destrucción de empleo. Pese a que el presidente del PP se presentó a las urnas prometiendo acabar con la tragedia del paro, por la que responsabilizaba al Ejecutivo socialista, no ha visto sino crecer las listas del Inem. Casi un millón más.

El déficit tampoco ha sido un éxito para Rajoy. Prometió contenerlo, y lo ha hecho, pero de manera insuficiente. Se encontró con unas cuentas nada claras, y sus arietes económicos, Cristóbal Montoro y Luis de Guindos, responsabilizaron al gobierno saliente de dejar las arcas hechas unos zorros, muy por encima de lo estimado. El desfase de la deuda autonómica le obligó a imponer la mano dura con las comunidades y éstas, incluso las gobernadas por su PP, le respondieron con quejas sobre la inflexibilidad para contener el gasto. Ahora tiene a en torno a 5 autonomías rescatadas con lo que eufemísticamente se llamó Fondo de Liquidez Autonómico.


Independentismos

Quizás los movimientos independentistas sean el problema que menos se le pueda achacar a Rajoy. Durante años, el gobierno Zapatero dio vía libre a aumentar el sentimiento nacionalista y apoyó una reforma del Estatut catalán muy generosa. Rajoy ha tenido que ver cómo Cataluña y Euskadi aprovechaban el descontento social por la situación económica para desviar las culpas y las miradas a Madrid. Así, el sentimiento exacerbado de la soberanía y la secesión han crecido hasta cotas insospechadas en Cataluña, con una Diada en septiembre de este año que supuso un antes y un después.

Las elecciones anticipadas en esa comunidad han sido todo un gesto de empuje independentista, aunque en realidad poco cambiará desde el plano político: CiU seguirá gobernando en solitario y podrá contar con los mismos apoyos de partidos separatistas de los que ya podía tirar desde 2010, pero que no ha querido: ERC, SI...


Las promesas rotas

Impuestos y salarios:
Rajoy se presentó con un programa que prometía menor castigo y menor presión fiscal para el ciudadano, e intentar contrarrestar el hecho de que para ser la tercera-cuarta economía de la zona euro, España presentaba salarios mucho más bajos que otros países de la UE. Ahora seguimos igual, o peor. Además, el Gobierno prometió restaurar el IRPF en cuanto fuera posible, antes de 2014 o al menos ese año. Recientemente confirmó que es posible que se mantenga por entonces...

Reforma laboral y empleo:
Prometió una reforma laboral para crear empleo porque consideraba que la aprobada por el Gobierno Zapatero era en realidad una "reforma sobre el despido". Desde que la actual reforma laboral está vigente, en el mes de febrero de este 2012, apenas se ha creado empleo, salvo en contados sectores, y se ha aumentado el paro en medio millón de personas.

Energía más barata
Rajoy criticó durante años el sentimiento ecologista socialista basado en abandonar la energía nuclear. Así, consideraba que la producción se garantizaba, era más barata y que eso repercutiría en el precio final pagado por el consumidor. Pasado un año, ahora la factura de la luz se ha disparado y el ciudadano paga el llamado déficit tarifario.


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