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Crítica de la película

'El pasado': La alternativa perfecta al cine de superhéroes

'El pasado': La alternativa perfecta al cine de superhéroes

viernes 18 de abril de 2014, 19:34h
Asghar Farhadi vuelve a demostrar que es un maestro del drama familiar, como ya hiciera en 'Nader y Simin, una separación' (una película que entró entre nuestras diez películas favoritas de los últimos diez años). Con 'El pasado' reincide en las complicadas relaciones familiares y en como todos los personajes, desde los adultos a los niños, están fuertemente marcados por su bagaje emocional previo.
La película comienza con la vuelta de Ahmad desde Irán a París para firmar los papeles del divorcio de su matrimonio con Marie, después de cuatro años desde finalizara su relación. El primer plano de la película es su llegada al aeropuerto y la dificultad de entablar una conversación con ella a través de un cristal. Ese es el quid de la película: la dificultad para comunicarnos lo que sentimos verdaderamente. Ahmad servirá de catalizador para que se abran las vías de comunicación entre Marie y su nueva pareja, Samir, una de sus hijas adolescentes, Lucie, que esconde un terrible secreto y el pequeño hijo de Samir.

Nuevamente apoyado por unas excelentes interpretaciones, Bérénice Bejo ganó un merecido premio en el pasado Festival de Cannes, Farhadi vuelve a lograr sacar de una familia disfuncional el lado más auténtico del alma humana. Con un estilo pausado, que algunos podrían mal interpretar por lento, el director iraní nos va acercando a sus personajes logrando que nos metamos en sus zapatos y veamos desde su punto de vista. Para ello la película empieza con Ahmad tomando el protagonismo, para posteriormente irse desplazando hasta la posición de Samir, el nuevo novio de Marie que tiene a su mujer en coma.

Todas las posiciones son respetadas y Farhadi tiene la suficiente clase como para no incidir en los momentos más melodramáticos. A pesar de contar con un guión practicamente perfecto, 'El pasado' se basa en las miradas de sus actores, la melancolía que Ali Mosaffa presta a Ahmad, la inseguridad de Bejo o la infinita tristeza que deja relucir Tahar Rahim en su interpretación de Samir. Todo ello mezclado con las miradas infantiles que hace mucho tiempo que han dejado de ser inocentes.

Sin duda una gran película y una opción perfecta para aquellos que quieran ver en pantalla grande algo más que explosiones, persecuciones, peleas y superhéroes, todas ellas cosas respetabilísimas por otro lado.

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