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Los Principios del idiota

viernes 25 de septiembre de 2020, 13:57h

Soy idiota, seguro. He vivido conforme a ciertos ejes de comportamiento que me enseñaron para ser mejor persona y para contribuir a mi país. Son ejes simples de enunciar pero, a lo que voy viendo, no tan fáciles de practicar; cosas como La verdad por delante, No calles ante la injusticia o No vendas tu alma.

La verdad por delante en un mundo de tontos guiados por un ordenador es difícil de mantener porque el algoritmo se encarga de que la verdad se desdibuje hasta que cada uno maneja sus propios hechos y conforma su propia verdad. Es el Sesgo de Confirmación de la psicología, esa propensión infantil a dar mayor credibilidad a los datos que encajan con nuestras creencias que a cualesquiera otros. Así que hoy, fagocitados por un algoritmo que aprende de cada uno de nuestros clics, de cada segundo que dedicamos a una foto o a un titular, de cada like o de cada retuit, la Verdad por Delante es una delicatessen al alcance de pocos.

Un ejemplo es nuestro gobierno actual, conformado por un hombre capaz de decir cualquier cosa y su contraria en la misma frase y su supporter un marxista estaliniano que, como el tirano ruso, gusta del poder y de sus beneficios, sirvientes, mansiones, popularidad telecinquera y mando irrebatible. Es un gobierno que fabrica la verdad con la misma eficacia -y probablemente con el mismo software- que el algoritmo de Google, Facebook o Instagram: ya no importan ni los hechos ni la verdad, importa solo lo que la Legión del Smartphone postea. Y como quiera que al lado tiene a un mentiroso sin escrúpulos, la apisonadora se mueve aparentemente imparable. Muchos le votamos porque No podía dormir con Iglesias de vicepresidente, porque no iba a dar indultos ni concesiones al independentismo, un independentismo al que llamó supremacista, un independentismo de clase, racista y neocón que un gobierno espurio hace pasar por progresista plurinacional. Pero la verdad sigue siendo la verdad de Agamenón, de su porquero y del barquero.

No callar ante la injusticia parece más fácil, pero de nuevo las hordas redesociálicas y el altavoz gigante del atril de Moncloa diluyen el concepto en estiércol. ¿La injusticia es que una madre soltera se mude a su casa comprada con esfuerzo de limpiadora y se encuentre a tres facinerosos viviendo allí y exigiendo sus “derechos de okupas”, o lo es que tres sinvergüenzas que ni acabaron la enseñanza reglada porque ya entonces eran pre-delincuentes no tengan vivienda gratis? ¿La injusticia es que veinte locos hayan movilizado a través del adoctrinamiento y el algoritmo a dos millones de ciudadanos para separar su región del resto de la nación, o que 45 millones de ciudadanos vean en peligro su forma de vida después de más de 40 años de bonanza y paz porque el 4% de la población está enloquecido? ¿La injusticia es que el rumbo de la nación en medio de una pandemia sin remedio aún y en una crisis que ya se ha llevado el 18% del PIB esté en manos de quienes pretenden destruir nuestro modo de vida -Bildu, independentistas, Podemos-, o la injusticia es que la oposición no tenga el valor o los redaños suficientes para acabar con esta ignominia apoyando los presupuestos y expulsando de la ecuación a los sediciosos y los sanguinarios?

Vender el alma es el último eje. Se basa en algo simple: los principios son inamovibles. Y los principios solo valen cuando se mantienen en tiempos difíciles. En las antiguas cartillas de la mili se decía “Valor: Se le supone” porque el recluta no había participado en guerra. Pero si llegaba el caso de una guerra, no mantener el principio y actuar como un cobarde estaba penado. Aquí y ahora, en este gobierno y sus legiones de mentirosos teledirigidos por un algoritmo, los principios solo se enuncian ante los micros para luego traicionarlos a cada paso. Se exige la libertad de expresión mientras el vicepresidente trata de convertir en ley penalizar y castigar al que critique al gobierno; se llena de babas la boca gritando libertad mientras desde el banco azul augura informativo a la oposición que no volverán jamás al gobierno porque él ya está ahí aposentado y Madurando y no va a soltar el machito.

Pero también me enseñaron que cuando el tirano asoma hay que prepararse a combatirlo por todos los medios.

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