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El buen “mal chiste” de la presidenta Bachelet

El buen “mal chiste” de la presidenta Bachelet

sábado 27 de septiembre de 2008, 05:10h
“¿Cuál es la razón de que en Estados Unidos nunca ha habido un golpe de estado?...¡porque no hay embajada de Estados Unidos, en Estados Unidos!
(Presidenta de Chile, Michelle Bachelet ante el Council on Foreign Relations, 25 septiembre 2008).

Bueno el chiste, presidenta Bachelet, aunque usted haya matizado que se trata de un chiste malo. Y además, de un “chiste viejo”, lo que puede ser más exacto.

Lo malo en realidad es que no se trata sólo de un chiste, sino de una constatación irónica, amarga, de un fenómeno político que nosotros, los chilenos, y nosotros los latinoamericanos, conocemos muy bien y muy de cerca.

Como usted misma, Presidenta.

Constatación autocrítica además, hecha por “un embajador americano en un organismo internacional”  que se lo contó, según lo señaló la mandataria.

De manera que el “chiste” ya no es una pieza humorística simplemente, sino que francamente una observación política, que apunta a una de las expresiones más siniestras de la política exterior de los círculos de poder de Estados Unidos, de sus aparatos de inteligencia, de sus Fuerzas Armadas, de su doctrina del “Destino Manifiesto”, de su autoatribuida misión  de dominio mundial.

Dicho en  Estados Unidos tiene, además su valor, aunque haya sido recibido con sonrisas un tanto nerviosas por los concurrentes al encuentro con la mandataria chilena.

Porque Michelle Bachelet sabe de golpes de Estado, al ser ella misma víctima de un golpe en un país, donde sí había una embajada de Estados Unidos, y donde sí, según constatación documental -los documentos desclasificados de la CIA- hubo intervención de Estados Unidos: del presidente Richard Nixon, del Secretario de Estado, Henry Kissinger y de la CIA y el Pentágono.

No es un chiste, porque en la lista de víctimas figura incluso su padre, el general Alberto Bachelet, muerto a consecuencia de torturas de sus “camaradas de armas”, entrenados en Estados Unidos, y participando en un Golpe de Estado, al servicio de los intereses políticos y económicos  del Imperio.

Y porque ella misma, la hoy presidenta, y su madre, Ángela Jeria, fueron prisioneras y víctimas de apremios ilegítimos por parte de sus carceleros.

Pero la Presidenta  ha demostrado, en éste y otros episodios, que no vive en el rencor y que es capaz incluso de ironizar con su experiencia, y  hasta es capaz de invitar a Estados Unidos, “a participar en el progreso de América Latina”, advirtiendo además,  “a quien le caiga el sayo” que “no deben considerarnos como niños, somos adultos y nos estamos portando bien”.

Pero, claro, no podemos dejar de pensar que la realidad no es un chiste. Y mucho menos cuando se trata de realidades políticas, que afectan a nuestros países, a la soberanía y la dignidad de los pueblos.

Si bien es cierto que podemos reírnos de nuestras desgracias, para no caer en una depresión paralizante, no podemos tomar a broma esto que está tan presente en nuestra experiencia histórica y contemporánea, la de Chile, la de América Latina y el Caribe, y muchas otras regiones del mundo.

Lo cierto es que resulta una constante  de nuestra relación con Estados Unidos y su política exterior: su permanente intervencionismo en los asuntos internos de gobiernos y países, su intromisión en las Fuerzas Armadas y el ejercicio de sus políticas de dominación global, que es como entienden el concepto de globalización.

Y para seguir en un ánimo irónico, y parafraseando al mexicano Porfirio Díaz,  que hablaba desde y sobre México, podríamos decir “¡pobre América Latina... tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”.

Pero claro, esto tampoco es un chiste, sino un estímulo para cambiar las cosas.

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Marcel Garcés
Periodista
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