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Bush se ocupó de contestar teléfonos, pero no de ir al Capitolio y cabildear en serio

EE.UU., no hubo liderazgo político para el rescate

EE.UU., no hubo liderazgo político para el rescate

miércoles 01 de octubre de 2008, 01:44h

EE.UU., no hubo liderazgo político para el rescateEl colapso del plan de rescate del sistema financiero fue producto de un fracaso más grande: el de la dirigencia política en Washington, que no tuvo capacidad de respuesta para esta gran crisis que sólo se sabrá si se resuelve, cuando el jueves regresen los Congresistas tras éste martes y miércoles de receso por el fin de año que festeja la comunidad judía. La moneda está en el aire y ayer martes hubo un respiro con las bolsas de NY y Europa que se recuperaron.

Cuando a nivel internacional se esperaba, o más bien, se daba ya como una seguridad, que Estados Unidos tuviera a la mano las herramientas políticas necesarias para contener la crisis económica que se viene en cascada y que por la falta de oficio político del presidente George W Bush, no pudo concretarse.

Desde la Casa Blanca hasta el Congreso y ya en la recta final de la campaña presidencial entre los candidatos Barak Obama y John McCain, los actores principales de lo que ahora parece ser todo un drama no fueron capaces de obtener los votos necesarios en la Cámara de Representantes. Tal parece que no entendieron ni respondieron en forma creíble a la fuerte oposición al acuerdo que había surgido entre los ciudadanos de EE.UU. Así la política partidista se impuso en un momento que sin ditirambos bien puede ser considerada como de muy delicada.

Si había duda de que el presidente Bush era políticamente impotente por sus errores de los últimos años, la tesis de su ineficiencia se confirmó el lunes, cuando, a pesar de sus súplicas personales y de un esfuerzo de cabildeo total de la Casa Blanca, los republicanos de la cámara baja, es decir, del propio partido de George W Bush, lo abandonaron y con él a su plan de “rescate”.

Algunos legisladores rechazaron el plan considerando que nadie había enfrentado antes una situación así, franjas importantes de ambos partidos, plenamente conscientes de que sólo faltan cinco semanas para las elecciones, decidieron que favorecer la propuesta sería arriesgar su propio futuro político.

Según muchos analistas, fallaron los líderes de ambos partidos al llevar el proyecto al pleno sin saber si tenían los votos para aprobarlo, una mala decisión en cualquier época, pero especialmente en este caso ante el riesgo de que los mercados y el muy debilitado sistema financiero reaccionaran negativamente.

El representante John Boehner, líder de los republicanos en la cámara baja, instó apasionadamente a su partido a reunir la voluntad para aprobar el paquete. Luego de que dos tercios de sus correligionarios votaron en contra, intentó atribuir el fracaso a un discurso de Nancy Pelosi, demócrata presidenta de la Cámara de Representantes.

Pelosi cumplió entregando los votos demócratas que había prometido, pero no pudo juntar los suficientes para evitar una derrota que podría ser recordada por mucho tiempo.

Los candidatos a sustituir a Bush, los senadores John McCain y Barack Obama, lejos de Washington, actores secundarios, en el mejor de los casos, en los esfuerzos para resolver una crisis que uno de ellos heredará.

La ruptura, aunque fuese temporal, puso en dramática evidencia las dificultades para manejar situaciones de emergencia que evolucionan rápidamente a través del lento e inherentemente político proceso legislativo. Y a pesar del raro acuerdo de los líderes de ambos partidos, el abismo entre lo que los legisladores escuchaban en Washington y lo que han estado oyendo en sus distritos demostró ser demasiado difícil de ignorar para muchos, particularmente los republicanos.

En la Casa Blanca, se dijo que el presidente se ocupó personalmente de los teléfonos para cabildear con unos pocos legisladores, cual si fuera un recepcionista y no el presidente de EE.UU. Con todo los republicanos, incluyendo legisladores y veteranos de administraciones pasadas, dijeron que era muy poco, muy tarde. Bush debió haber convocado a los legisladores a la casa presidencial y asistido al Capitolio para promover personalmente el proyecto. Esto se habría llamado en pocas y claras palabras, categoría política, conocimiento de las formas, que en el quehacer público son fundamentales para tener el éxito por el que hoy literalmente llora George Bush.

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