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Como la mafia

Como la mafia

jueves 02 de octubre de 2008, 02:51h
Si el objetivo es robar lo más productivo es organizarse para eso, sin disimulos


Ninguna organización, empresa, grupo, partido político, revolución o gobierno, salvo excepcionales casos de anarquía exitosa, funciona si no tiene una estructura, una jerarquía que permita el flujo correcto de lineamientos generales o mandatos obligatorios, según el caso.

Esquemas hay muchos. El militar, si nos guiamos por lo que se ve desde afuera, coloca a los más gordos, verdaderamente gordos, en las posiciones de mando, mientras que los más flacos deben obedecer a ciegas. Esta fórmula, al menos en Venezuela, ha funcionado muy bien. Incluso, por ciertos accidentes históricos, se ha probado con mucho éxito también en la vida civil.

Un director técnico dirige al equipo de fútbol o de básquet, mientras que un manager y su tren directivo hace lo propio en el beisbol. El más sanguinario de los estrategas era el líder de las FARC, cuyos integrantes deben ser por naturaleza matones del tipo sin contemplación. Una banda de ladrones de vehículos basa su jefatura en su incuestionable habilidad para robar carros. Es decir, que, en principio, el liderazgo en la organización estará determinado por la naturaleza de los objetivos de la propia organización. Si es robar será el mejor ladrón. Si es matar será el mejor asesino. Si es engañar será el mejor embustero. Si el objetivo del grupo es humillar, entonces el jefe será el que mejor insulte y degrade a los demás. No es tan complicado. Se trata, en principio, de usar de la mejor manera los recursos disponibles.

Y es así como una organización, un partido político o un país, inevitablemente, cada día se parecen más a su líder, guía y modelo.

Un ejemplo clásico es cómo se organizaba, o lo sigue haciendo, la vieja y temible mafia. No importa donde opere es fiel a su esencia centralista, absolutista y dominadora.

El Don, cabeza de familia, jefe máximo e indiscutible. El Padrino, nada más y nada menos. No se le discute. Lo que diga. Manda y se acabó.

El Segundo, también llamado Sottocapo, es designado por el Don y es el responsable de todos los capos locales o regionales. Se debe por entero al Don.

El Consigliere, o consejero de familia, es un asesino o gángster, más bien viejo, sin escrúpulos, de mucha sabiduría criminal y de preferible bajo perfil. Trabaja directamente con el Don.

El Capo, es el jefe de un equipo de hasta 10 soldados. Una familia tiene tantos equipos como regiones domine. Los capos controlan su propia pequeña familia y sus zonas, pero deben seguir los lineamientos de El Padrino.

Los Soldados son miembros de la familia. Matan, asaltan, extorsionan. Son los duros. Cada soldado tiene un asociado, que no es miembro de la familia, pero es especial para los peores trabajos sucios. Nunca ascenderán. Su hoja criminal los hace desechables.

Esto de la mafia ¿no lo hemos visto en algún lugar? Seguro que sí.

Elides J. Rojas
[email protected]
Director de Información
Diario El Universal (Venezuela)

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