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... Pues tienen que entenderse, quieran o no

domingo 05 de octubre de 2008, 11:38h
A veces da la impresión de que nuestros políticos no comprenden el mensaje que les lanza la ciudadanía. Porque lo cierto es que, excepto determinados ‘halcones’ refugiados en unos pocos medios de comunicación -y alguno de estos ya ha dado un notable viraje al respecto-, parece que es casi unánime el deseo de la sociedad española a favor de que haya un entendimiento entre los dos grandes partidos españoles a la hora de afrontar la crisis económica. La verdad es, sin embargo, que la prevista ‘cumbre’ entre Zapatero y Rajoy  -¿cuándo? Llevamos más de una semana desde que se anunció y seguimos sin saber una fecha concreta-, precedida por el encuentro entre Solbes y Montoro, se está pavimentando mal. Muy mal. Con declaraciones hostiles por ambas partes: que si los ‘populares’ no hacen más que contribuir a desgastar la situación de la economía, que si los socialistas han hecho unos Presupuestos infumables y que, para colmo, no contaron con la oposición a la hora de elaborarlos...

Si alguien tuviese la paciencia de intentar preguntarlo en profundidad y ellos tuviesen la humildad de responder, comprobaríamos que, en el fondo en el fondo, las recetas que tanto socialistas como ‘populares’ andan manejando para afrontar una crisis, una crisis que no es patrimonio nacional precisamente, no difieren sino en porcentajes. Hay que insistir una vez más:
un acuerdo en torno a unos Presupuestos Generales del Estado es perfectamente posible -no tienen por qué ser, en su literalidad, estos PGE que nos ha presentado Solbes; al fin y al cabo, ahora se abre el debate parlamentario y el período de enmiendas, que para eso está, para intentar limar diferencias, no para acentuarlas-. Y, como casi todos te reconocen en voz baja, quizá para no ser políticamente incorrectos ni perjudicar la algarabía de los ataques que se dirigen Blanco y Matutes, Rajoy y ZP, ese acuerdo es absolutamente necesario para restablecer la confianza de los españoles en el sistema.   

Ignoro cuándo acabarán viéndose ZP y MR. Buena idea la del segundo pidiendo que, antes, se reúnan Pedro Solbes y Cristóbal Montoro para intentar acerca -¿o alejar?- posiciones. Sí sé que, imitando a su ahora no tan amigo Sarkozy, el presidente español se va a reunir de nuevo, probablemente esta misma semana, con fuerzas sociales, con banqueros, con empresarios, para preguntarse conjuntamente el ‘y ahora ¿qué?’. Sospecho que más de uno de sus interlocutores le dirá que aquellos pactos de La Moncloa que consolidaron la transición hacia la democracia fueron buenos y podrían repetirse, aunque ahora nadie los quisiera llamar así. Bueno, cuestiones semánticas aparte, lo cierto es que algún tipo de acuerdo de todos con todos sí se va haciendo apremiante, si queremos evitar que el pánico y la desconfianza en los gestores lleve al consumidor, al cuentacorrentista, al inversor, a hacer tonterías que solamente derivarían en males peores.

Y sí, el argumento, que empleábamos hace ya más de un mes, en el sentido de que republicanos y demócratas estadounidenses han acabado poniéndose de acuerdo en torno a una receta no del todo segura, pero receta al fin, como la de Bush, debe pesar en el ánimo de nuestros gobernantes, aunque algunos lo quieran presentar ahora como un tópico. Estamos en la era del
acercamiento: sindicatos y patronal, tripartito catalán y oposición nacionalista y hasta PSOE-PP en lo tocante a la lucha contra el terror de ETA y la ‘reforma’ -aunque sea entre comillas- de la Justicia. Si hasta los ‘grandes’ de Europa olvidan sus diferentes enfoques y se unen, al toque de corneta del ‘roi’ francés, para castigar los devaneos de algunos menos importantes en la UE, como Irlanda, Holanda o Grecia -o, en otro orden de cosas, España, cuyo presidente se permite intempestivas y eufóricas declaraciones que molestan a ‘Sarko’ y a Berlusconi-…¿cómo no presentar un frente unido de las fuerzas políticas españolas en torno a algo mucho menos importante para el mundo mundial, pero decisivo aquí en casa, como son los Presupuestos para el año que viene?

Lo siento, pero sigo siendo optimista y aferrándome a la idea de que todas estas declaraciones de hostilidad que se cruzan los dirigentes políticos -mítines, al fin, que son a la política lo que la parte visible al iceberg- son la escenificación ficticia de la discrepancia, previa al sol del gran acuerdo. Otra cosa no me parece, aquí y ahora, concebible. Aunque ya digo: a veces, estos señores que llevan el timón dan la impresión de navegar por las nubes.
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