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El cambio climático llega al Museo de Historia Natural de NY

El cambio climático llega al Museo de Historia Natural de NY

martes 04 de noviembre de 2008, 03:30h

Advertencia al visitante: la actividad humana es la causante del reciente aumento de las temperaturas en el planeta. El consenso científico es casi unánime, y el Museo de Historia Natural de Nueva York se hace eco con una gráfica exposición que el próximo año llegará a España: "Cambio climático: la amenaza a la vida y el nuevo futuro energético".

El oso polar husmea en un islote de chatarra y basura mientras el hielo se derrite a su alrededor. Una montaña negra con una tonelada métrica de carbón se levanta ante los ojos ingenuos del voraz 'Homo sapiens'. Un globo aerostático se va llenando con nuestras emisiones de CO2, mientras una cortina incesante de lluvia nos recuerda el peligro de inundaciones. Un jardín vertical y una turbina de viento dibujan al final un horizonte distinto.

«Hemos querido desmitificar el asunto más complejo y apremiante de nuestro tiempo», explica la directora del museo, Ellen Futter. «La evidencia científica sobre las causas del calentamiento global está ahí, y el impacto en nuestra atmósfera, en la superficies terrestre, en los casquetes polares y en los océanos es cada vez más evidente. Las soluciones las tenemos a mano: lo que hace falta es unificar las acciones individuales y sociales para mitigar el problema».

El Museo de Historia Natural lleva ocho años bregando contra el clima político, ya sea defendiendo la Reserva del Artico en Alaksa contra las prospecciones petrolíferas o reivindicando la teoría de la evolución de Darwin contra el fundamentalismo religioso de los creacionistas. Ahora, a tiempo para las elecciones presidenciales, y pese a que los votantes están mucho más preocupados por la tormenta financiera que por los efectos del cambio climático, la vetusta institución rompe de nuevo una lanza en el nombre de la Ciencia.

Michael Oppenheimer, miembro del Panel Intergubernamental de la ONU, ha sido el encargado de velar por el rigor de la exposición. «El futuro del planeta está es nuestras manos, pero los esfuerzos que estamos haciendo nos son suficientes y nos queda poco tiempo», advierte el geocientífico de Princeton. «El año 2010 debería ser la fecha clave para consumar el giro hacia un nuevo modo de vivir en el planeta... Las tormentas financieras pasarán, pero el cambio climático va a quedarse y se agudizará si no actuamos pronto».

Mundo cambiante

«La quema de combustibles fósiles ha tenido un coste que no hemos sido capaces de ver... hasta ahora», advierte el cartel de entrada a la parte histórica de la exposición, donde podemos viajar a los cuatro últimos siglos del efecto invernadero.

En el año 1600, la concentración de CO2 en la atmósfera era de 274 partes por millón. En plena revolucion industrail (1900) subió a 300 y en el 2006 llegó a 369, por encima de esa barrera de los 350 que el científico de la NASA James Hansen -censurado en su día por la Administración Bush- considera el límite máximo para evitar un cataclismo medioambiental en lo que queda de siglo.

La exposición nos introduce a continuación en el «mundo cambiante» en el que vivimos, nos remite a pasadas glaciaciones y nos recuerda cómo ha florecido la vida tal y como la conocemos en este período «interglacial», amenazado por la explosión de la población y por la vorágine energética del 'Homo sapiens'. Sobre la marcha podemos calcular nuestra contribución personal al problema, mientras los paneles interactivos nos recalcan todo lo que podemos hacer: consumir menos, cambiar las bombillas, usar transporte público, comer menos carne, crear conciencia.

Comprobamos luego los cambios reales que se están produciendo en la atmósfera, y el dramático impacto en las últimas décadas: del huracán Katrina a la ola de calor que azotó Europa en el 2003. En la sala del hielo, y antes de llegar al diorama impactante del oso polar, comprobamos cómo asecendería el nivel de las aguas en Manhattan si la temperatura media del planeta subiera dos grados centígrados.

En el apartado de los océanos asistimos a la muerte anunciada de las barreras coralinas y al aumento del nivel de acidez de las aguas. Tocamos tierra al final, con las sequías, las inundaciones y los fuegos como los que acaban de azotar California. La lista de especies amenazadas en la sexta gran extinción sirve de puente hacia el futuro limpio (o no tanto).

La energía nuclear se ha hecho aquí sitio junto a las renovables, y las esferas metálicas de un reactor compiten con los espejos de un colector solar o con el aspa gigante de una turbina. «En el reino de la energía alternativa no hay una única solución», leemos en la dudosa coda de la exposición, y aquí sí que no hay unanimidad científica.

La exposición cuenta con el apoyo del Centro para Recursos Ambientales de Castilla y León, donde iniciará su periplo mundial la exposición en enero de 2009.

 

 

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