El abstencionista contumaz

¡Hay que ver que manía le ha cogido este hombre a la abstención! En Parla, ya hacen chistes con que a Tomás Gómez si le preguntan en una encuesta, la opción “no sabe/ no contesta” se le queda corta. La primera de las abstenciones, quizá la que más le va a costar explicar en este otoño va a ser la de los presupuestos: ¿cómo se justifica la abstención en el debate más importante del año por salvaguardar unos intereses que son ajenos a los madrileños? que se lo digan a David Lucas, que ya había conseguido hacer presa con sus acusaciones de derroche hacia Gallardón, y al final se va a tener que morder la lengua, o atar los dedos, para no votar que no. Y luego dicen que lo harán con una pinza en la nariz: pero eso da igual. No votarán en contra y punto. En la nariz tendrán una pinza, pero en las manos tienen una mordaza, para no decir lo que verdaderamente piensan o votan.

Y la segunda ocasión en la que Tomás Gómez hace bandera de la abstención es con su orden a sus consejeros de Caja Madrid para que se abstengan en la votación del Consejo. Abstenerse como opción política, puede ser interesante cuando es esporádico. Cuando se abusa de las abstención, el mensaje que se envía es el de cobardía: no votamos a favor, pero tampoco votamos en contra. No vaya a ser.

El problema llegará cuando estén aquí las elecciones: espero, por su bien, que cuando llegue ese día Tomás Gómez no le pida a sus electores que se abstengan. Aunque a este ritmo, cualquiera sabe.