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Muertos en Afganistán

Muertos en Afganistán

viernes 14 de noviembre de 2008, 12:14h

“Cuando unidades militares españolas actúen en misiones de colaboración para mantener la paz y seguridad internacionales, se sentirán nobles instrumentos de la Patria al servicio de tan elevados fines”.
Ordenanzas militares españolas.

El 23 de febrero de 2007 escribí el artículo: MUJER SOLDADO MUERTA EN AFGANISTAN sobre el fallecimiento de Idoia Rodríguez Buján, en cuyos primeros párrafos decía: “La sociedad española ha perdido a su primera mujer soldado en Afganistán, a Idoia Rodríguez Buján, joven animosa de 24 años, había ingresado voluntaria en el Ejército, en septiembre de 2004, se había integrado perfectamente en las Fuerzas Armadas, y estaba a punto de terminar uno de sus deseos de superación profesional: salir al extranjero a cumplir una de las importantes misiones que España realiza en sus compromisos exteriores actuales con Naciones Unidas, en las que participan 2945 militares y 50 observadores.

La carrera militar es una profesión de riesgo, y estas operaciones en misiones exteriores, bajo la dirección de Naciones Unidas, son nuevos desafíos que producen pérdidas de vidas humanas. Los 124 militares españoles muertos son un ejemplo para todos de, permanente recuerdo. Han dado su vida por creer en un mundo más justo y colaborar activamente para conseguirlo. Forman un cuadro de honor al que se suma ahora Idoia Rodríguez Buján.

En España al principio de la Transición Política iniciada en 1975, la mujer no prestaba el Servicio Militar Obligatorio. La justificación era la siguiente: la mujer “está exenta de prestar el Servicio Militar Obligatorio porque las necesidades de la defensa militar quedan cubiertas con el concurso de los varones y por considerar que esta decisión no vulnera el mandato de no discriminación establecido en el artículo 14 de la Constitución, de acuerdo con la Doctrina del Tribunal Supremo, del Tribunal Constitucional y del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. No obstante, las mujeres podrán incorporarse a las tareas de defensa nacional con arreglo a las normas sobre movilización nacional”
.

Al crearse los militares profesionales en 1989, la incorporación de la mujer como profesional de las Fuerzas Armadas en forma análoga a su pertenencia en otros cuerpos de la Administración y en otros Ejércitos de la OTAN, en un plano de igualdad con los sistemas de incorporación de los hombres, es un hecho consolidado”.

El pasado domingo 9 de noviembre murieron en Afganistán, el Brigada Juan Andrés Suárez García y el Cabo Primero Rubén Alonso Ríos, y el atentado suicida al sur de Afganistán dejó heridos a cuatro soldados, uno de ellos grave. Queremos asociarnos al dolor de sus familiares, amigos, compañeros y de las Fuerzas Armadas.

Desde el año 2003 han perdido la vida en Afganistán 88 soldados españoles. La preocupación por mantener la paz, en los numerosos conflictos surgidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1945), ha sido constante para Naciones Unidas.

El reconocimiento mundial a esta labor fue la concesión del Premio Nobel de La Paz en 1988.

Algunos datos reflejan el esfuerzo realizado por Naciones Unidas en las 63 misiones internacionales realizadas para mantener la paz. De ellas siguen abiertas hoy en 16 conflictos en el mundo con la presencia de tropas.

El número de participantes ha sido de 88.754 personas: 74.656 tropas, 11.529 policías, y 2.596 militares observadores. Han participado 119 países. El número de voluntarios de Naciones Unidas es de 2044. El total de las bajas desde 1948 asciende a 2518. La estimación total del gasto desde 1948 hasta inicios del 2008 alcanza los 54 billones de dólares.

Los actuales 192 Estados Miembros de Naciones Unidades consideran que las características de las actividades para el mantenimiento de la Paz son: consentimiento de las partes en conflicto, apoyo de la comunidad internacional, contribución voluntaria de tropas, mando unificado bajo la dirección del Secretario General, imparcialidad de la fuerza, mínimo uso de las armas que sólo utilizan en defensa propia y financiación por la comunidad internacional.

Los cascos azules que participan en el mantenimiento de la paz realizan las siguientes misiones: observan la situación e informan; investigan incidentes y negocian para evitarlos; controlan movimientos de tropas en áreas sensibles; verifican los acuerdos de alto al fuego; se interponen entre los combatientes; realizan canjes de prisioneros; proveen de ayuda humanitaria a la población y contribuyen a mantener el orden.

Es decir, acuden a zonas conflictivas donde existe riesgo para la población civil, con el deseo, no de participar en la lucha a favor de uno u otro beligerante, sino para alcanzar la paz y terminar con el conflicto bélico. Que los desacuerdos políticos, ideológicos, religiosos, etc. existentes sean resueltos por medios pacíficos.

Las Naciones Unidas inician las actuaciones tras la publicación de las oportunas resoluciones de la Asamblea General.

Los políticos de cada Estado que decide colaborar en una misión de paz, tras su autorización por las cámaras legislativas, dan orden a su ministerio de defensa de organizar a las tropas participantes.

Las Fuerzas Armadas seleccionan las unidades a participar, que se trasladan a la zona conflictiva. Son el último escalón de esta cadena de decisiones.

El esfuerzo, la abnegación y sacrificio de los militares, marinos y aviadores españoles que han participado, ha sido siempre ejemplar, y la sociedad española se lo ha agradecido con reiteradas y continuas pruebas, consciente de la trascendencia internacional de estas nuevas y no fáciles misiones a realizar, que los soldados españoles han cumplido siempre con la generosidad, simpatía y afecto de la población civil envuelta en el conflicto. Los políticos son conscientes de que la reconstrucción de un país como Afganistán, destruido por la guerra y el fanatismo intransigente, no se puede realizar sólo con la presencia de las tropas de la OTAN luchando contra los yihaddistas. Su presencia es necesaria pero no suficiente. Hay que complementarla con acciones políticas que logren alcanzar objetivos básicos.

Hay que evitar que Al Qaeda dirija y controle a los miles de fanáticos suicidas con que cuenta tanto en Afganistán como en Irak para realizar continuos actos terroristas. Puesto que atentados suicidas como el de los dos militares españoles y el de ayer contra un convoy de Estados Unidos en Jalalabad, con 21 muertos, uno de ellos norteamericano y más de 60 heridos, se pueden producir con frecuencia en éste enfrentamiento asimétrico actual. Conseguir que las autoridades del gobierno afgano eliminen la corrupción reinante. Y lograr que el Pakistán fronterizo ayude políticamente a Naciones Unidas y no sea un refugio de los talibanes.

Sin estas importantes acciones políticas, la pacificación y reconstrucción de Afganistán serán difíciles.

He tratado de recordar las misiones y actuaciones que las Fuerzas Armadas de cientos de países han desarrollado en las Operaciones de Mantenimiento de la paz, después de la segunda contienda mundial finalizada en 1945.

Pero el problema de Afganistán por sus características peculiares: en años anteriores jugó un papel destacado en la desaparición de la URSS en 1991, y actualmente por su vinculación con el terrorismo islámico de Al Qaeda, cuya mano criminal ha hecho sentir en todo el mundo, ha desbordado los límites de los anteriores conflictos ocurridos y que Naciones Unidas había calificado de “operaciones de mantenimiento de la paz”. Ahora se habla de “la guerra contra el terror”, y Naciones Unidas y todos los países integrados en la misión Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), que bajo el mando de la OTAN desde 2003 dirigen las operaciones en apoyo del gobierno afgano, se plantean un análisis prospectivo de la situación. ¿El problema de Afganistán es una “típica operación de mantenimiento de la paz”, o una “guerra contra el terror”?

La respuesta, con la decisión que se adopte por Naciones Unidas y la OTAN, tendrá actuaciones y consecuencias diferentes e incidirá en la crisis económica que vivimos en todos los países.

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Doctor Fernando De Salas López
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