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Horror en Achacachi

Horror en Achacachi

martes 18 de noviembre de 2008, 13:40h

Una fiesta popular se convirtió en tragedia, ayer, en la localidad de Achacachi, distante 90 kilómetros de La Paz, cuando 11 supuestos asaltantes fueron atrapados y quemados vivos en el estadio por vecinos de la población, que estaban festejando a San Cristóbal, patrono de los transportistas.

Los 11 presuntos delincuentes, Reynaldo Alanoca Ramos, Víctor Mamani Cuña, Javier Quenta Alípaz, Luis Cutipa, Ángel Rodríguez Paucara, Eugenio Escobar Paucara, Janeth Rojas Paucara, Antonia Mónica Paucara Mamani, Lidia Luna Flores, Eliodora de Navarro y Beatriz Coaquira, llegaron el sábado a Achacachi, donde los acusaron de desvalijar a varios borrachos. El producto de los asaltos era depositado en un micro. Los testigos relataron que todo se inició la noche del domingo cuando una pareja que estaba siendo asaltada gritó y acudieron cinco jóvenes, que redujeron a dos asaltantes y éstos confesaron que había más de ellos en el pueblo.
El hecho se produjo en la avenida Sorata, a una cuadra de la plaza Mariscal Santa Cruz. Los capturados fueron trasladados hasta la sede social de la junta de vecinos, en la zona de Masaya, y ahí delataron a otras tres personas. Una vez reunidos los cinco, éstos señalaron la ruta del micro, y cuando los pobladores rodearon el bus, en su interior encontraron las prendas que fueron sustraídas.
Dentro del vehículo había seis personas en estado de ebriedad, por lo que fueron apresados fácilmente y llevados a la sede vecinal. La dirigencia convocó con megáfonos a la población, mientras otro grupo hacía reventar petardos, que es la señal de alerta cuando ocurre algo urgente. En el interior de la sede social se inició el interrogatorio sin la presencia de los dirigentes, porque las autoridades comunales se habían sumado a los festejos.
Entonces, los detenidos fueron trasladados al regimiento Ayacucho, que tiene su guarnición en esa población, pero los militares se negaron a encarcelarlos y los derivaron a la Policía. Como sólo hay cuatro uniformados, la gente se los arrebató y los llevaron de nuevo a Masaya. Cerca de las tres de la mañana, unas quinientas personas quemaron el micro y luego empezó el ‘desfile’ de los acusados, mientras recibían golpes y eran identificados por la población.
Las 11 personas fueron llevadas hasta la plaza principal junto con el dinero, las joyas y la ropa robada, lo cual exaltó más los ánimos. Entonces Eugenia Paucara Rojas, una de las detenidas, se separó del grupo y prometió devolver todo lo sustraído, y señaló a Reynaldo Ramos Alanoca como el cabecilla de la banda, que los habría convencido de viajar de pueblo en pueblo asaltando ante el escaso control policial.
Esta confesión enardeció a los pobladores, que entre golpes de chicote decidieron trasladarlos al estadio, que está a media construcción, y en el lugar nuevamente los flagelaron. A las mujeres les cortaron el cabello y las desnudaron. Todos quedaron en ropa interior y luego fueron rociados con gasolina y querosén, y les prendieron fuego. Los acusados se revolcaron en la tierra para tratar de apagar las llamas, pero dos de ellos, Javier Quenta Alípaz (44) y Ángel Rodríguez Paucara (32), quedaron muy afectados. A las 5:00 comenzó una reunión de los dirigentes para definir qué hacer con los asaltantes. La primera propuesta fue matarlos y colgarlos de los arcos, pero se impuso la posición del alcalde de Achacachi, Eugenio Rojas, que sugirió entregarlos a las autoridades.
A las 7:00 llegó el comandante departamental de la Policía de La Paz, coronel Raúl Mantilla, y el comandante del Regimiento Ayacucho, coronel José Toro, que negociaron la entrega de los torturados. Hubo una larga discusión, mientras los golpeados estaban en la tierra pidiendo agua y delirando.
A las 10.00, se decidió la entrega de los malogrados, pero bajo la premisa de juzgarlos en Achacachi. Los acusados salieron caminando, recorrieron ocho cuadras, desde el estadio hasta la salida del pueblo, y recibieron los primeros auxilios. Dos militares trasladaron a Quenta y Rodríguez en camillas. Al mediodía, un bus de la Policía llegó al hospital Holandés de El Alto para depositar a los quemados. Quenta y Rodríguez ya estaban muertos.
A las 13:00, la ch'alla de los vehículos no tuvo problemas y la gente, con los rezagos de tres días de borrachera, competía para comentar los hechos del día anterior como si se tratara de una simple anécdota. El ministro de Gobierno, Alfredo Rada, anunció que la Policía y la Fiscalía esclarecerán el linchamiento. Aseguró que estos hechos son un delito, no un ejemplo de justicia comunitaria. “No se puede cometer un delito por otro delito”, dijo.

  Testimonios 

Julio Hidalgo
Transportista
Daban pena. Estaban desnudos, los llevaban por todos lados, y los dirigentes no aparecían. El que quería podía golpear sin que nadie diga nada. La gente dice que eran 18, que agarraron a 11 y los otros siete escaparon en un minibús rojo.

Jesús Rodríguez
Vecino
La Policía no podía hacer nada; ¿qué van a hacer cuatro policías contra 2.000 personas? Cuando estaban en la sede, un policía se presentó y fue sacado a empujones. En el estadio, los policías querían evitar que los quemen, pero casi los linchan a ellos también.

Guillermo Aluce
Empleado municipal
Si no era la acción del alcalde de Achacachi (Eugenio Rojas) los 11 maleantes estuvieran muertos. Él dijo que se debía entregar a la justicia, pero la gente quería lincharlos, no quería soltarlos, y casi seis horas fueron empleadas en convencer a los vecinos.

 

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