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Tiempo de palabra

Tiempo de palabra

domingo 14 de diciembre de 2008, 17:02h

"La revolución anda con las carnes afuera, ofreciéndole 'lo suyo' a los que discrepan...". Pornografía revolucionaria

Ya no se trata de alusiones y sugestiones en relación con las partes pudendas del "proceso". Tampoco un seno que se descubre, pudoroso ni las fascinantes curvaturas que se prolongan desde la baja espalda hasta las colinas de unas nalgas firmes, apenas separadas por un inútil hilo dental. Por el contrario, desde el inicio ha habido un culto a lo grotesco y al chillido. La estética de la revolución son las paredes embadurnadas, los cantos alabanciosos al caudillo, los machos que ofrecen dar "lo suyo" a las hembras, mientras en las madrugadas se ponen sus faldellines celebratorios, cuando el rosado sustituye al rojo. Sobre todo, el grito, el insulto, la banalidad apenas escondida por la venalidad. Los resultados del 23N han precipitado los estallidos pornográficos, que se han convertido en el único rostro de la revolución. A su cabeza, el pornógrafo supremo, sin que los de segundo nivel queden en deuda en cuanto a procacidad, mendacidad y maldad. La revolución anda con las carnes afuera, hinchada, lúbrica, ofreciéndole "lo suyo" a los que discrepan, a los diferentes, a los indiferentes, a los que no aguantan la mirada, a los que se agotaron por poner rodilla en tierra, a los que se cansaron de comer moco, a los que enseñan a sus hijos a no decir groserías en la mesa en la que comparten el pan. A la revolución se le ve demasiado cerca en los encuadres cerrados de las cámaras de televisión; se le aprecian las bolsas verde-moradas de los ojos, la hinchazón de la papada, el tic incontrolable que se presenta al momento de las furias inmanejables. La revolución no miente; ahora no miente sino que se le sale la bilis pegostosa por la comisura de los labios. Allí está, con todos sus miembros afuera, expuestos, esperando o buscando saciarse con sus víctimas. La gesta liberadora se ha transformado en una escena de burdel, con luces rojas titilantes para anunciar que allá adentro, todo es rojo, todo vale y nada cuenta.

Los Nuevos. Ninguna autoridad pública vinculada al régimen ha dicho esta boca es mía con motivo del espectáculo pornográfico de los cambios de guardia en gobernaciones y alcaldías. En unos casos, las oficinas han sido desmanteladas; no en sentido figurado, sino literal. La escena de los cables arrancados, desconectados de computadoras desaparecidas; oficinas deshechas, abandonadas, se corresponde con la negativa o la demora en entregar los cargos, mientras se practica adentro la política de tierra arrasada. Si esto es poco, el Gobierno se ha encargado de un despojo ilegal y masivo de todo lo que hay, hubo o pudo haber, en cuanto a atribuciones, bienes y recursos. Y si aún no fuese suficiente, allí están las turbas dispuestas a impedir, perturbar o manchar la asunción de los cargos de las nuevas autoridades, como gesto premonitorio de lo que habrá de venir.

Los elementos señalados forman parte del paisaje político e institucional; no son nuevos. Sin embargo, lo que no deja de sorprender es la contumacia con la que las autoridades se hacen las desentendidas. Luisa Ortega Díaz, la fiscal, Luisa Estela, la jueza, Clodosbaldo, el contralor, los diputados, los jueces, los magistrados, los generales, los policías, la defensora, actúan como si no leyeran periódicos ni vieran televisión ni escucharan informaciones en la calle, silvestres para quien las quiera oír: hay violación total, absoluta, descarada del ordenamiento jurídico; el Gobierno está al margen de la Constitución. Pero nadie oye. Sólo se escuchan los mugidos de un orden que no respeta ni su propia legalidad.

Las SA. Las SA fueron las tropas de asalto de Hitler, que acompañaron un largo trecho de su camino hacia el poder. Cuando éste arribó a la jefatura del Estado y después de un estira y encoge con los militares alemanes, con su estela de asesinatos, este cuerpo se desvaneció para dar origen a las temibles SS de Himmler, empresa encargada de asesinatos en masa. Las tropas de asalto cumplían la función de matar y aterrorizar a los judíos, a los comunistas, a los críticos y a los diferentes, como brazos armados ilegales en condiciones en que todavía las fuerzas armadas alemanas no estaban bajo el completo control del Führer.

Los grupos armados ilegales son un requisito de los autoritarismos cuando no poseen completo control sobre las fuerzas regulares de seguridad pública o cuando las acciones que se proponen son tan abiertamente ilegales, que no conviene protagonizarlas con la fuerza pública ordinaria.

El pornógrafo está en este camino de admitir, usar o propiciar esos grupos, ante la mirada afectuosa de las autoridades que deberían ser garantes de la legalidad. Es posible que existan escuadrones de las policías, del G-2 cubano y de la FAN, que no les haga problema ser los brazos armados del terror; sin embargo, a la mayoría debe serle cuesta arriba cumplir esa tarea cuando sabe que algún día vendrá la resaca. Para suplir esa exigüidad de la voluntad represora están los grupos de asalto a los que se deja hacer mientras se hacen los locos.

Presos del Presidente. En Venezuela hay presos políticos; entre los más emblemáticos están los comisarios Simonovis, Vivas y Forero, y los agentes de la PM. Ellos están en Guantánamo. Son presos del Presidente; el aparato judicial del país no puede ni quiere actuar, porque son presos del Presidente. Como es insostenible un juicio, entonces no hay juicio. Un diminuto ser humano que cumple las funciones de juez, se enferma, desaparece, se evapora, cada vez que debería haber una audiencia. No hay posibilidad alguna de justicia. Tal vez en un golpe de luna, los amnistíe, pero sólo si le da su real gana. Pero los quiere presos porque es el único clavo ardiente sobre el cual pretende ocultar que renunció el 11A de 2002; es la única hoja de parra que esconde los asesinatos de los pistoleros de Llaguno.

Fuera de la Constitución Todo. La Constitución es pésima, con dos salvedades: descentralización y derechos humanos; del resto es militarista, presidencialista en la mayor parte de sus acápites, y centralista. Dicho esto, lo más pornográfico del asunto es que aún esa Constitución, la suya de ellos, la que quisieron, la estupran sin prudencia, jineteando en plena vía pública. El pornógrafo, la troupé de extraviados, los compañeros de ruta, los tontos útiles, los sapos, están al margen y en contra de su propia Constitución.

Sin ninguna duda Chávez ha perdido fuerza, lo cual se ha manifestado en las elecciones, a pesar de las trampas; sin embargo, cada vez que pierde, se sale de la ley y crea un nuevo cuadro político. La oposición gana en votos y Chávez impone por la fuerza lo que ha sido derrotado (las 26 leyes, el desmantelamiento de gobernaciones y alcaldías, la enmienda reeleccionista), ¿hasta cuándo estas dos dinámicas podrán convivir sin estallar? ¿Existirá fuerza o situación que obligue a Chávez a no violar su orden constitucional?

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