Contraprogramando con el anuncio de una ola de inversiones en Madrid, Álvarez quiso restar repercusión a Esperanza Aguirre y Francisco Camps, que se personaron al pie del túnel de El Regajal, en Aranjuez. Desde una finca anexa "propiedad de la Comunidad de Madrid", ya que no había solicitado una visita oficial, ambos observaron parte del túnel que se derrumbó hace una semana sin que se hiciese público hasta días más tarde.
Allí, Aguirre y Camps pidieron, no la dimisión de Álvarez como habían solicitado voces del PP tras el accidente que
enterró varios camiones, pero sí que el AVE esté listo en 2010. La presidenta regional cifró en cinco meses el retraso previsto, cosa que Álvarez desmintió tras el acto que celebraba en el centro de Madrid: "Lo desmiento porque fue una afirmación de un diputado del PP y nos ratificamos en 2010 para la llegada del AVE a Levante".
La ministra, conocida por sus declaraciones altisonantes, no pudo morderse la lengua respecto a la visita de los populares y, lejos de ser "light" como pretendía, echó más gasolina al fuego: "Me viene a la cabeza un sentimiento de ternura. Pobrecitos, si no pueden ir a sus obras, tendrán que ir a las mías". Para rematar, calificó de "especie de pantomima" el coger "un 4x4 y subirse al monte" en lugar de solicitar formalmente la visita.
Sus obras "se caen"
Las numerosas actuaciones anunciadas de golpe cayeron bien en el Gobierno de la Comunidad, que a pesar de ello no dejó de recordar a la ministra los agravios pasados ni sus imprudentes declaraciones. Así, el vicepresidente Ignacio González le echó de nuevo en cara la falta de inversiones en la región y los sucesivos retrasos en la Puerta del Sol: "Ella puede visitar muchas veces sus obras porque tarda muchos años en hacerlas. Dinamita nuestras iniciativas, como la M-50 o el metro a Barajas y luego sus obras están llenas de problemas o se caen".
Según la ministra también llegará a tiempo -como el AVE- la reforma y
ampliación de la estación de Atocha, que con 520 millones de euros tendrá en el año 2025 una capacidad para 36 millones de viajeros. Eso aunque sus desacuerdos con los gobiernos de Madrid y Valencia no vayan a remitir, al menos a corto plazo.
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