El cine chileno en el año 2008

El cine chileno ya no es un proyecto de incierto porvenir, dejó de ser para los espectadores un tema de buena voluntad. Iban a ver una película nacional dispuestos a perdonar todos su defectos. Terminaban diciendo “bueno, es una película chilena”. Soportaban sus malos encuadres sus faltas de compaginación o su pésimo sonido.

Ahora se trata de filmes hechos y derechos, capaces de competir en cualquier parte y en festivales internacionales. Algunos de ellos como “Machuca” o “Tony Manero” han ganado premios internacionales y otros han sido exhibidos en muchos países en la programación corriente.

En los últimos años la producción ha crecido y han aparecido nuevos y talentoso directores, como Andrés Wood o Pablo Larraín, que se agregan a los nombres ya consagrados de Silvio Caiozi o Miguel Littin. No obstante algo está fallando a pesar de que en el 2008 batimos todos los record de producción en la historia del cine nacional –se estrenaron 21 películas, tantas como las que producen en la actualidad el cine argentino, mexicano o brasileño, y otras cinco están en proceso de laboratorio luego de concluir su filmación.

Al realizar un balance de comienzos de año el resultado es triste en cuanto a la recepción del público. Por ejemplo: un excelente filme como “Alicia en el país”, de Esteban Larraín, apenas fue visto por 1286 espectadores y “El cielo, la tierra y la lluvia” apenas logró interesar a 789 personas. Un poco mejor le fue a la excelente “Lo bueno de llorar” de Matías Bize, que congregó a 3015 espectadores.

Apenas tres de estas veintiuna películas nacionales llevaron a la sala más de cien mil espectadores, que de todas maneras es una cifra exigua si se piensa en el millón o más que agotaron las taquillas de “Harry Potter” o de “Batman”.

¿A qué se deben estos resultados magros cuando se trata de películas chilenas? Son cintas con buena fotografía, bien filmadas, de ritmo cinematográfico, adecuadas partituras musicales. No se trata, por lo tanto, de un desprecio a su calidad técnica. Es más bien el poco interés por sus temas. El filme “Tony Manero” elogiado y premiado en festivales internacionales apenas fue visto en Chile por 6193 personas. A cierta gente le pareció una visión muy personal de su director, un enfoque subjetivo del personaje y una mirada muy lánguida de su ambiente. “Tony Manero” no conquistó al gran público y no produjo la misma admiración que expresaron los críticos y los jurados de los festivales internacionales. En cambio “El regalo”, una comedia grata y sencilla sobre la tercera edad, dirigida por Cristián Galáz, está todavía en la  cartelera luego de ser vista por unas doscientos mil personas. Lamentablemente fracasaron en la conquista del público películas como “199 recetas para ser feliz” o “Desierto sur”. Incluso hasta la “La buena vida” de Andrés Wood, estuvo lejos del éxito de su “Machuca”. Apenas llevó 40.000 asistentes, incomparables con los 600.000 que vieron “Machuca”.

Algunas explicaciones de este mal estado de cosas puede ser que le faltan buenas promociones a las películas chilenas. Aparecen de un día para otro en las carteleras sin que se sepa de qué se trata, sin propaganda. Además, se estrenan una dos o tres en la misma semana. Hay pocas incitaciones dirigidas al público. Y tratándose del cine no hay éxito sin propaganda.

No se trata solo de eso. Los nuevos directores son jóvenes en su mayoría y quieren darse gustos personales y filmar de acuerdo a modelos en boga y hacer un cine experimental. Aspiran a tener éxito en los festivales y no entre el gran público, cuyo gusto es indispensable conquistar sin rebajar las pretensiones artísticas de cada cual. Así lo hacen realizadores notables que alcanzan a llegar a las multitudes sin sacrificar la calidad de sus filmes.

El tema da para pensar. Está claro que hay que encontrar los caminos para un desarrollo integral del cine en Chile, con público y taquilla, que resultan ser el oxígeno indispensable para la existencia de una cinematografía y de un futuro seguro.

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Luis Alberto Mansilla
Periodista