Derecho a decidir

La verdad en ocasiones, es poliédrica, de manera que hay distintas interpretaciones sobre el falló del Tribunal Supremo en relación con la objeción de conciencia de los padres a la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Todavía falta conocer la redacción completa de la sentencia, pero por lo que se ha sabido hasta el momento, tengo la impresión de que los magistrados han adoptado una resolución salomónica. Por una parte dicen que no ven problema alguno para que se imparta ésta asignatura, pero también añaden que la dichosa asignatura no debe de chocar contra los planteamientos morales o religiosos de los padres. De manera que el Tribunal conforma a las dos partes, aunque los padres recurrentes no sepan verlo y en vez de ver el vaso medio lleno insistan en verlo medio vacío.

Y es que en principio el que se imparta una asignatura como Educación para la ciudadanía, no debería de ser objetable, quiero decir que parece bastante lógico que además de que a los niños se les enseñe matemáticas o lengua, también se les eduque en valores. Otra cosa es en qué clase de valores y ahí si tienen los padres derecho a que no se les imponga a sus hijos unos criterios morales ajenos a los suyos. Pero con la decisión del Tribunal Supremo parece que éste asunto va a quedar claro: Educación para la Ciudadanía sí, pero sin enseñar aquellos valores que no son los de los padres.

Mercedes Cabrera, la titular de Educación ha sido más lista e inmediatamente se ha dado por satisfecha con la resolución del Supremo, de manera que da la sensación de que ha ganado por goleada, cuando en realidad el Supremo marca unas líneas rojas. En realidad en éstos momentos ya hay variedad de libros de textos interpretando la asignatura de acuerdo a los principios del centro en que se imparte.

A mí lo que me parece reprochable es que el Ministerio se haya emperrado en querer imponer su visión en determinados aspectos que rozan la conciencia de cada cuál. Es decir, no creo que el Gobierno tenga ningún derecho a decidir que principios morales debe de tener nuestros hijos, de manera que no tienen derecho a imponer una visión "laica" o con criterios morales particulares, de la misma manera que no sería de recibo que se impusieran criterios religiosos en la asignatura.

Educación para la Ciudadanía debería de ser una asignatura que enseñe a los niños aspectos relevantes de nuestra Constitución, que les enseñe también a respetar a todo el mundo, a contemplar el mundo con una visión amplia donde no quepa la discriminación, debería enseñar que la paz es el bien más preciado, debería de enseñar solidaridad... en fin, se me ocurren un montón de cosas en las que todos estaríamos de acuerdo.

Hay ocasiones en que para arreglar un problema sólo hace falta sentido común y ganas de arreglarlo y el ministerio se ha venido encasillando en su posición y quienes objetan esta asignatura también se han encasillado en la suya. El fallo del Supremo viene a poner las cosas en su sitio. Es evidente que el Ministerio tiene derecho a implantar una asignatura y los padres a que a sus hijos no se les adoctrine en la dirección contraria a sus pensamientos. Al final es un problema de respeto a la libertad del otro, al derecho a decidir, ni más ni menos.