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La realidad de los pueblos originarios

La realidad de los pueblos originarios

viernes 30 de enero de 2009, 02:14h
Mientras en Chile se permitirá la exploración geotérmica en los Geiseres del Tatio, a 100 kilómetros al norte de San Pedro de Atacama, lugar sagrado de las comunidades Lickannantay (Atacameños) a través del proyecto de Perforación Geotérmica Profunda llevado a cabo por la Empresa Nacional de Petróleo y la Empresa ENEL, así como el Proyecto Pascua Lama al interior de Vallenar que afecta a las comunidades de Huascoaltinos (descendientes de los antiguos diaguitas), en Canadá, la explotación a gran escala de gas y petróleo ha socavado de forma drástica la capacidad del Pueblo Lubicon Cree, que habita la zona occidental en la provincia de Alberta, de mantener su economía y su modo de vida tradicional basado en la tierra.

Amnistía Internacional ha denunciado estos hechos a las autoridades canadienses, dando a conocer la realidad que está sufriendo el Pueblo Lubicon Cree en su Informe: La Tierra y el Modo de Vida Amenazados. El Pueblo Indígena Lubicon Cree de Canadá, publicado en octubre 2008.

El territorio de los Lubicon Cree ocupa 10.000 kilómetros de zonas boscosas de baja altitud, llanuras, ríos, lagos y humedales. A partir de 1979, se construyeron en la zona 2.200 kilómetros de carretera que actualmente es utilizada por las industrias petrolíferas y de gas. Se han perforado 2.000 posos de petróleo y se han usado 56 kilómetros de tierra de este pueblo originario para uso industrial. Los Lubicon Cree han protestado en repetidas ocasiones sobre esta situación que transgrede su derecho a la tierra, su derecho a practicar su economía tradicional basada en la caza y recolección de alimentos, y su derecho a la salud y prácticas culturales tradicionales. Por otra parte, el Pueblo Lubicon Cree no se ha beneficiado en absoluto de la riqueza que se ha creado con este proyecto de explotación de gas y petróleo en su territorio.

La extracción a gran escala en sus tierras iniciada en los años 70, condujo a una disminución brusca de la fauna para labores de caza, pesca, y la recolección de alimentos y plantas medicinales. El número de animales cazados para aprovechar la carne y la piel cayó en un 90% por razones de contaminación. Como consecuencia ha sido extremadamente difícil para los Lubicon Cree desarrollar alternativas que sustituyan su economía tradicional.

En el año 1988, se llegó a un acuerdo con las autoridades de Alberta que se conoce como el acuerdo Grimshaw. Este acuerdo consiste en ceder 200 kilómetros de tierra para establecer una Reserva Lubicon Cree. En la reserva, los Lubicon Cree supuestamente tendrían todos los derechos para disponer de los recursos tanto los de superficie como los del subsuelo y de crear 41 kilómetros como zona de seguridad. Con este acuerdo, no se concedieron nuevas licencias de extracción, pero aún no se llega a un acuerdo definitivo, reinando en la región una preocupación constante del incremento del ritmo de extracción de gas y petróleo ante medidas de presión para que se de vía libre a nuevas explotaciones tal como lo sucedido en las regiones colindantes de la Provincia. En los distintos momentos de las conversaciones con la autoridad de la Provincia de Alberta, pareció cercana la posibilidad de un acuerdo, pero a partir del 2003, se produjo un fracaso en las negociaciones, lo que aleja a los Lubicon Cree de tener el derecho a dirigir su propio gobierno y a gestionar servicios dentro de la reserva.

Tras un examen realizado sobre la situación en el 2005, el Comité de Derechos Humanos de la ONU exhortó a Canadá para que garantizara la consulta oportuna a los Lubicon Cree antes de conceder licencias para la explotación económica de las tierras objeto de controversias. Pese a este llamamiento, no se han producido resultados reales ni tampoco se ha consultado a los Lubicon Cree antes de conceder nuevas licencias de explotación, las cuales siguen aumentando.

Los Lubicon Cree de Canadá junto con los Huascoaltinos del Valle del Huasco de Vallenar y los Lickannantay de San Pedro de Atacama en Chile continúan llevando a cabo acciones para evitar que sus derechos económicos, sociales y culturales sean transgredidos por empresas extractivas que atentan con su derecho a la vida. Ya es hora de que las empresas y los gobiernos de alrededor del mundo empiecen a respetar los acuerdos y las promesas hechas hacia los pueblos originarios.

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Ana Carolina Cofré
Coordinadora equipo de Derechos Humanos de los Pueblos Originarios
Amnistía Internacional
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