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La semana política que empieza. De vídeos y campañas

La semana política que empieza. De vídeos y campañas

domingo 19 de noviembre de 2006, 17:05h
Andan las aguas siempre revueltas en esta España agitada ya por futuras confrontaciones electorales. La buena idea del Partido Popular celebrando una convención sobre seguridad ciudadana quedó machacada este fin de semana por la presentación de un vídeo tramposo. Les pasó a los de Convergencia en el inicio de la campaña electoral catalana. Le ha ocurrido al PSOE en iniciativas similares (no, no en ese reciente anuncio de una compañía pública, en el que los populares, sin demasiada razón, ven publicidad subliminal invitando a votar a los socialistas).
 
Deberían abandonar nuestros partidos la idea del vídeo-denuncia, por mucho que estemos en la era del vídeo; simplemente, les sale siempre mal porque exageran, porque carecen de la contención y moderación suficientes, porque llegan a las nuevas técnicas sin la adecuada preparación y porque, en el fondo, la gente anda reclamando menos palos y más zanahorias en forma de propuestas constructivas que sepamos que luego, tras las elecciones, se van a cumplir. No como esas promesas de, por ejemplo, desbloquear las candidaturas electorales, siempre plasmadas en los programas y jamás, desde hace décadas, concretadas a la hora de la verdad.
 
Algo de esto explica que haya un sustrato de desconfianza en la ciudadanía, me parece, con respecto a su clase política. Y es que da la sensación de que a nuestros políticos a veces les falta confianza en los cauces democráticos. Incluso lo vimos el pasado sábado en la reunión del comité federal del PSOE, donde algunos militantes pidieron la vuelta a las elecciones primarias. Aquello, lo de las primarias, fue un avance democrático que duró poco, y hoy casi nadie, excepto las voces discrepantes, se acuerda: resultó, ustedes sin duda lo recuerdan, demasiado complicado. La democracia es complicada, qué le vamos a hacer. Pero ya se ha visto, por ejemplo en el caso de Miguel Sebastián, que el nombramniento del candidato 'por dedazo' sigue sin estar del todo de moda, incluso entre los militantes más leales a sus jefes de partido. Y, claro, entre esto y lo del vídeo trucado del PP, el fin de semana no ha deparado ciertamente mucha cosa buena para la imagen de esa clase política que arranca motores para meterse en la batalla electoral.
 
Confiemos en que no sea solamente una campaña de vídeos, mítines de los de siempre y libros hagiográficos, de esos que se presentan --esta semana tendremos un par de ejemplos en la lista de eventos en Madrid-- para hacer ruido en favor del biografiado, casi como un mítin de campaña más, pero ahora con periodista-escritor actuando de telonero.
 
La modernidad, que tiene mucho de participativo, llama a la puerta de los partidos, y los partidos no son capaces de responder a ese llamamiento. Son muy pocos los políticos que mantienen blogs con su circunscripción, es decir, son muy pocos los que mantienen contacto directo con sus electores. Y muchos los anclados aún en las técnicas convencionales que no sirven, en general, sino para consolidar el apoyo de los ya previamente convencidos. Pero que no generan ni un voto más,  especialmente de aquellos que se incorporan ahora a la posibilidad de votar; estamos haciendo de nuestras generaciones más jóvenes --no hay más que ver en qué consisten las 'juventudes' de los partidos-- unos pasotas políticos, y ello resulta especialmente evidente en el caso de la formación que ahora nos gobierna.
 
En el fondo, se percibe el temor de la clase consolidada española a los avances tecnológicos, que son mucho más que eso: son revoluciones del pensamiento. Nuestros políticos principales, como ciertos capitanes de empresa, algunos miembros de la Conferencia Episcopal o varios destacados personajes que se dicen (y posiblemente son) líderes sociales, carecen de ordenador en su mesa de trabajo. ¿Internet? Cosa de secretarias, que luego pasan los resúmenes en papel.
Y, claro, es esta una carencia que los que la favorecen van a pagar muy cara: a los políticos mitineros, a los ministros, se les llena la boca de promesas con ordenadores personales para todos los escolares, bandas anchas por doquier y sociedades de la información que, en el fondo, informan de muy poco. Pero ellos no conceden un 'chat' digital ni aunque los maten: demasiada libertad en las preguntas que pueden llegar, demasiado poco control.
 
Ese temor al que me refería es el que se detecta en esta clase política que acude al vídeo como si fuesde un ladrillo (con perdón) arrojadizo sobre la cabeza del rival. O que se complace en el libro hagiográfico. O que utiliza la publicidad como arma disuasoria, como premio al que ha sido bueno y como castigo al que ha sido malo. ¿Tendremos más de lo mismo en los dos años electorales que se nos avecinan? Que Dios se apiade nosotros...y de ellos.
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