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El desastre social está servido

El desastre social está servido

martes 03 de febrero de 2009, 10:17h
Es que da miedo. A uno se le pone los pelos de punta cuando ve como el Servicio de Estudios del BBVA ha vuelto a dar en la diana y ha acertado en el pronóstico de 200.000 parados más en enero. Y van 3,3 millones. Es alucinante, una pesadilla, tres millones, trescientos mil expedientes en las oficinas de colocación. Parados cobrando un salario de miseria con el cual no pueden pagar, siquiera, la hipoteca. Eso sí,  sueldo de mierda pero que, multiplicado por 3,3 millones, pone sobre las cuerdas el sistema financiero público. Vamos, que deja las arcas exhaustas.

   Y vuelven las escenas humanas de la película  "los lunes al sol". Afortunadamente, el clima nos está impidiendo ver la realidad, pero ya verán cuando llegue la primavera: la gente en las plazas de los pueblos y de las ciudades deambulando, buscando empleo, no sabiendo como llenar el tiempo. Y lo peor. Sicológicamente destrozados. La incertidumbre de lo que va a pasar cuando se acabe la prestación por desempleo. El miedo, el cabreo. Empieza el malestar. Y el malestar social, que creíamos desterrado cuando se derribó el muro de Berlín y se acabó con las veleidades ideológicas de extrema izquierda, vuelve a resurgir.

   No soy partidario de establecer paralelismos. Pero mis investigaciones  en torno al crack del 29 y la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado me traen a la memoria los  episodios de violencia social que se vivieron. Incluso las consecuencias nefastas para el mundo de esta situación. Consecuencias que condujeron a la peor contienda bélica vivida  en la historia de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial.

   No. No soy partidario de establecer paralelismos. Me da miedo pensar en situaciones semejantes a aquellas. Pero ahí están los trabajadores afectados por los eres del sector del automóvil, manifestándose en las calles y en asambleas permanentes. Y España está relativamente tranquila. En Francia ya se ha convocado una huelga general, con poca repercusión, claro está, pero huelga general al fin y al cabo. En Grecia la violencia en las calles no acaba por erradicarse. Y en el Reino Unido una huelga xenófoba empieza a preocupar a las autoridades.

   Por eso no es de extrañar lo que Toxo le hizo ver a Méndez en la reunión que las ejecutivas de UGT y CCOO mantuvieron este lunes. Hay que canalizar el malestar social. Y tienen que ser los sindicatos mayoritarios los encargados de llevar a cabo esta tarea. Porque si no, se corre el peligro de que este malestar acabe por descontrolarse. Y entonces nadie puede calcular las consecuencias de lo que puede pasar.

  
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