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La semana política que empieza

A río revuelto…el tercer partido

A río revuelto…el tercer partido

domingo 08 de febrero de 2009, 14:53h
Hay, sin duda, ansias de cambio profundo, y ni el PSOE ni el PP están ofreciendo el menor indicio de atender a esta demanda. Pienso que quizá se haya prestado demasiado poca atención a la reciente propuesta de Josep Antoni Duran i Lleida pidiendo un gran acuerdo nacional de todos los partidos del arco parlamentario para ayudar a salir de la crisis.
Unos lo han interpretado como una reedición de los pactos de La Moncloa. Otros, como un intento del presidente de Unió Democrática de Catalunya de evitar cualquier tentación de un ‘gobierno de gran coalición’, o similar, entre los socialistas y los populares. Y no falta quien piense que, a río revuelto, Duran, sin duda un político de instinto y raza, trata de reeditar su vieja idea de convertirse en el tercero en liza, el hombre-bisagra que, como en tiempos el Partido Liberal alemán, decida de qué lado cae la tarea de gobernar, bien a la derecha, bien a la izquierda. El tercer partido, el árbitro. Que, a veces, puede llegar a convertirse, aliado con unos u otros, en el principal jugador. O eso puede que piense el político catalán, que alguna vez ya acarió la lejana hipótesis de llegar hasta la presidencia del gobierno central.

    Sobre la primera de las interpretaciones citadas, hay que decir que la verdad es que posiblemente se haya dado ya una silenciosa reedición de aquellos ‘pactos de La Moncloa’, aunque en versión siglo XXI: el acuerdo social, con sindicatos, patronal y gobierno dándose la mano para evitar bruscos movimientos en el mundo laboral, es un hecho –a pesar de alguna imprudente declaración del presidente de una pequeña patronal pidiendo ‘flexibilidad’ para poder despedir más fácilmente--. Y lo cierto es que la moderación mostrada en este campo por el presidente del PP, Mariano Rajoy, amplía este pacto no escrito ni oficializado del todo, pero palpable en la cautela que UGT, CC.OO y CEOE están mostrando, en términos generales y mientras alguna de las partes, irresponsablemente, no rompa la baraja.

    Así que lo más probable es que Duran pensase en la segunda o la tercera hipótesis cuando la pasada semana lanzaba su propuesta de ‘unidad contra la crisis’. No faltan, ni en el PSOE ni en el PP, ni mucho menos en influyentes sectores mediáticos, quienes aboguen ahora por una coalición, de hecho o de derecho, entre los dos grandes partidos, un gran acuerdo nacional, de duración temporal,  para presentar un frente unido ante la que está cayendo, a nivel internacional y sobre todo a nivel nacional, en el ámbito económico, que es el que más importa a la ciudadanía. Y esa ‘gran coalición’ no puede gustar, como es lógico, a un nacionalista moderado como el presidente de CiU y jefe del grupo catalán en el Congreso de los Diputados.

¿Llegarán los ministros a las europeas?

    Duran, que ya he dicho que es un fino analista que ve crecer la hierba, sabe hace tiempo que el gobierno de Zapatero tiene boquetes importantes --¿llegará el presidente con estos mismos ministros hasta las elecciones europeas de junio?--: el ‘plan E’ para generar empleo, basado en la entrega de una importante suma, casi nueve mil millones, a los ayuntamientos para que se embarquen en obras perfectamente prescindibles, genera cada vez más incertidumbres, por ejemplo. ¿Cómo es posible que, cuando faltan los recursos, se dilapiden en obras municipales improvisadas, innecesarias, improductivas y que generarán empleo solamente por unos pocos meses?

Situación interna del PP

    Pero eso no es nada, desde luego, en comparación con la situación interna en el PP: esta semana que comienza, la tormenta va a arreciar, con la llamada de Garzón para que declaren los presuntos corruptos no menos presuntamente ligados al principal partido de oposición, y con la puesta en marcha de la comisión de investigación parlamentaria sobre la ‘trama del espionaje’ en la Comunidad de Madrid. Y, a todo esto, a los rectores de la calle Génova no se les ocurre otra cosa que salir ahora –lo hizo este domingo la secretaria general, María Dolores de Cospedal-- con el ‘y tú más’, es decir, recordando las trapisondas en tiempos de Felipe González con los GAL, Filesa, etcétera. Como si eso importara ahora, como si las filtraciones y el hecho de que los medios las publiquen fuesen algo más escandaloso que los propios hechos que se investigan. 

Con este panorama, no es de extrañar que una figura tan atractiva como Rosa Díez, pese a su falta de programa y con una endeble organización partidaria, escale puntos en el aprecio de los electores, según dicen las encuestas. Aprovecha bien sus comparecencias parlamentarias –y esta semana regresa a su labor habitual el Parlamento, tras sus increíblemente largas vacaciones navideñas—y su presencia en los medios y en la calle. Un dato que tampoco gusta demasiado en el observatorio de Duran i Lleida, dado el carácter fuertemente antinacionalista de esta ‘tercera en discordia’ que lidera la UPyD.

    Lo cierto es, en cualquier caso, que los españoles, que buscan desesperadamente salidas tras el muro, parecen ir en busca del tercer partido, de alguna opción que signifique cambio y actitudes centradas (¿o centristas?). Las elecciones autonómicas en Galicia y País Vasco, cuyas respectivas campañas comienzan oficialmente este viernes, pueden ser un buen banco de pruebas para los análisis acerca del (escaso) entusiasmo ciudadano ante lo que hay, ante las perspectivas de nulos cambios que les ofrecen los ‘instalados’. Y ante el riesgo que corren esos instalados de que muchos votos acaben volando hacia otra parte…o hacia ninguna parte.
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