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Enemigo equivocado

Enemigo equivocado

martes 10 de febrero de 2009, 00:08h
Centros Comerciales Sudamericanos (Cencosud) suspende por tiempo indefinido la construcción de Costanera Center. Casi un millar de trabajadores quedan sin empleo. La decisión proviene directamente de uno de los empresarios más exitosos del país, el alemán -y chileno por nacionalización graciosa- Horst Paulmann. Los trabajadores despedidos protestan contra el Gobierno. ¡Exijo una explicación!

Y me llegarán muchas, qué duda cabe. El Estado debe asumir su responsabilidad de protección a los más débiles. Especialmente en momentos de crisis. Tendrá que crear empleos para los trabajadores que queden en paro. Es al Gobierno al que le corresponde velar por el bienestar los chilenos, me dirán. Y tendrán toda la razón. Pero algo seguirá sin una explicación suficiente. ¿Los trabajadores no tienen ninguna fuerza para defenderse? ¿Y si es así, de quién es la responsabilidad?

En 2006, Horst Paulmann recibió la nacionalidad chilena por gracia especial. Se la otorgó el presidente Ricardo Lagos. El mismo que asistió, orondo, a la colocación de la primera piedra del Costanera Center. Homenaje inmobiliario al despegue chileno, se dijo en ese entonces. Serían 700 mil metros cuadrados de construcción. Con la torre Gran Costanera reinando entre las edificaciones cimeras del Cono Sur de Sudamérica. Sus orgullosos 300 metros de altura y 70 pisos, le daban tal título. Se trataba de un proyecto que exigía una inversión de US$ 600 millones. Estaría listo a mediados de 2009. Era una especie de espejo en que podría mirarse el desarrollo de la economía chilena. Cobijaría tres hoteles, de cinco y cuatro estrellas; parques de juegos; estacionamiento para cuatro mil vehículos; oficinas; centros médicos; un híper mercado Jumbo, de 12 mil metros cuadrados; un supermercado santa Isabel; un local del Easy, las multitiendas Paris y Ripley; un patio de comida para dos mil personas; 14 salas de cine; Todo esto en cuatro torres. Se esperaba que la inversión fuera recuperada rápidamente. Los cálculos aseguraban ganancias cercanas a los US$ 150 millones anuales.

Cuando en marzo de 2006 se dio inicio oficial a la construcción de Costanera Center, el entonces presidente Lagos tenía razón para estar eufórico. A su lado, un no menos exultante Cristián Labbé, alcalde de Providencia, lo ayudaba a echar las primeras paletadas de concreto. Es que el horizonte esta límpido. Ni una sola nube que hiciera presagiar tormenta, ni siquiera algún ventarrón. Cencosud daba utilidades por US$ 2.475 millones. Y en los dos años siguientes seguiría por la senda del crecimiento. Hoy, el holding tiene presencia en Chile, Argentina, Brasil, Colombia y Perú. Son 37 hipermercados Jumbo, 238 supermercados Disco y Vea, 52 Easy, 124 supermercados Santa Isabel, 21 centros comerciales, 27 multitiendas Paris, 46 locales GBarbosa, 7 aventura center. Da trabajo a 84 mil personas, según datos oficiales.

Cuando se planteó la posibilidad de otorgarle a Paulmann la nacional por gracia especial, en el Senado se levantaron cuatro voces en contra. Los senadores Ávila, Naranjo, Navarro y Ominami, no dieron la unanimidad. Sus argumentos se orientaron básicamente a condenar las prácticas antisindicales que realiza Paulmann. Actitudes denunciadas por los sindicatos de Paris. También hicieron notar la cercanía entre el empresario alemán-chileno con la Colonia Dignidad, donde se cometieron reiterados delitos de lesa humanidad. Una documentada denuncia sobre este tema se encuentra en el libro “Los amigos del Dr. Schäfer: la complicidad del Estado chileno y Colonia Dignidad”, escrito por Claudio Salinas y Hans Stange.

Finalmente, la perla del despegue chileno se desprendía del collar. Casi un millar de trabajadores era despedido. Y éstos reclamaban al Estado por su situación. Algo no cuadra. La respuesta hay que buscarla en la izquierda chilena. ¿Donde está la potencia de los trabajadores? Tradicionalmente, se ha dicho que ésta se encuentra en su unidad. Pero en Chile sólo el 12% de la fuerza laboral se halla sindicalizada. Y pocos son los que se atreven a enfrentar lo que parece ser el poder omnímodo de los empresarios. Así es que no queda más que apretar al gobierno de turno. Alguna respuesta tendrá que dar éste sobre la base de trabajos en vialidad. Pero ese no es el contendor principal. El responsable de lo que ocurre es un poderoso empresario. Y la izquierda chilena no ha sido capaz de organizar a las fuerzas laborales para que hagan frente a esta poderosa máquina que atropella en las más distintas áreas. Como dato al pasar: en la gran minería se esperan 12.000 despedidos.  En la banca, ya son 1.500.
La izquierda debería tener una respuesta algo más novedosa y efectiva que lanzarse contra el Gobierno. No es que éste no tenga responsabilidad.  Finalmente, ha sido el Estado el que les ha dado prácticamente patente de corso a los empresarios. Pero la masa laboral tienen energía propia y alguien debiera organizarla. Hacerle perder el miedo. Sin embargo, los dirigentes parecen más preocupados del look para la tele, que de educar y hacer que la gente crea en ellos.

Qué quieren que les diga. Antes, cuando las categorías marxista no eran malas palabras, uno comprendía algo más con el esquema de lucha de clases. Sabía que había que buscar fórmulas para encontrar caminos en que trabajo y capital fueran compañeros de ruta. Ahora, en cambio, como dice el senador Ávila, “en los últimos 18 años, la economía chilena ha crecido 5 y pico por ciento. El 5% se lo han llevado los empresarios y el pico los trabajadores”. Y esa no es culpa sólo de los gobiernos concertacionistas.

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Wilson Tapia Villalobos
Periodista
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