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Redes sociales

Redes sociales

miércoles 11 de febrero de 2009, 19:44h

Se ha celebrado el Día Europeo de la Protección de Datos Personales que, en la Comunidad de Madrid,  ha servido para que  los alumnos de 404 institutos públicos hayan recibido una charla muy útil, con la proyección de algunos vídeos, sobre los peligros que les acechan en su navegación cibernética a través de las redes sociales. Ante todo hay que partir de un hecho: el cerebro humano está en formación hasta los veinte años, fecha en que por fin la persona termina por enterarse de los peligros que hay en la vida. Antes de los 20 años, hablarle a un chico o a una chica de peligros se parece mucho a decirle a una pared que, si no utiliza preservativo, corre el riesgo de quedarse embarazada. ¿Y, sin embargo,  quién no ha visto alguna vez una pared abombada a la que, si el arquitecto le hubiera calzado a tiempo un buen preservativo, se habría mantenido más lisa  que una tabla? La pared, igual que un chico o una chica, hasta los veinte años no ve peligros por ninguna parte. Por eso los chicos que, en ocasiones, conducen legalmente desde los 18 años – y, por tanto, dos años antes de la formación total del cerebro – mueren en absurdos accidentes de tráfico, y con frecuencia al regresar de las discotecas, caen en graves adiciones de drogas y, a veces, también son objeto de delitos por la imprudencia con que, a través de las redes sociales,  hicieron públicos datos personales que nunca deberían haber dado a nadie. A los 16 y 17 años los chicos no quieren hablar de peligros pero, por eso mismo, al Estado, a través de sus instituciones académicas, le incumbe el deber de hablarles a los alumnos de esos peligros.
   
    Una encuesta del  Foro Internacional de Contenidos Digitales (FICOD) nos dice que en España el 82% de los jóvenes entre 14 y 25 años que disponen de Internet utilizan estas redes sociales: Tuenti – la red más utilizada en España por los jóvenes -,  Facebook, Badoo – la red para encontrar amigos y citas las 24 horas del día - y MySpace, entre otras redes. La afición de los jóvenes a estas redes es total. A lo largo del año, dedican cientos de horas a navegar por estas redes. Pero ¿cuántos padres y profesores  saben lo  que son estas redes a las que sus hijos y alumnos, respectivamente, están enganchados como los gemelos Rómulo y Remo a las ubres de aquella loba providencial, que los amamantó tras ser expuestos a orillas del Tíber?

      Cinco vídeos educativos rodados y premiados en Noruega, ese país líder en el terreno de la educación, se han proyectado en institutos madrileños. Han sido informados 80.000 adolescentes de la Comunidad de Madrid sobre los graves peligros de las redes sociales si sus usuarios no saben protegerse.  En uno de estos vídeos  se cuenta una historia de acoso escolar. Unas bestezuelas matriculadas en un centro escolar rocían los pantalones de un compañero con una botella de agua. Con un ingenio, similar al que gastó Quevedo en su vil Execración contra los judíos, persiguen a su compañero por un pasillo, graban valientemente  la persecución con el móvil y gritan alborozados: “¡Se ha meado, se ha meado!”.

    Estos vídeos de ficción están calcados sobre hechos reales. Recientemente, la dirección del colegio Las Rosas, del barrio madrileño de San Blas, ha expulsado a tres alumnos y ha castigado con seis días sin colegio a otros cinco alumnos por el delito de colgar en Internet la foto de una profesora a la que insultaron.

El lema de esta campaña es: “Piénsalo primero. Luego lo cuelgas”. Esta campaña enseña a los jóvenes cómo protegerse de las agresiones contra su intimidad en Internet. Los jóvenes, por su dificultad para ver el peligro, navegan por las redes a cara descubierta: la mayoría da su nombre real y no un nombre falso. Los jóvenes no piensan hasta qué punto su información es valiosa y será investigada por el sector empresarial para el que un día  trabajarán. Los jóvenes cuelgan sus fotos con la alegría de ignorar que por el ciberespacio navegan también delincuentes e incluso criminales. Ahora mismo a Marta del Castillo, la joven de 17 años desaparecida en Sevilla, la policía le estará investigando su navegación por las redes sociales.

    Sexo y nuevas tecnologías tienen un punto en común: entrañan serios riesgos. Esto, obviamente, no supone que hay que renunciar a ellos. Simplemente significa que hay que conocer bien sus  peligros y, en consecuencia, tomar a tiempo precauciones.

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