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Ruíz Gallardón, estiman estos medios, ha salido relativamente indemne del terremoto en la Comunidad de Madrid, donde su rival
Esperanza Aguirre ha perdido no poca imagen, y más aún del valenciano, en el que sin duda
Francisco Camps, otro que ‘sonaba’, con razón o sin ella, como posible sucesor de Rajoy, ha perdido bastantes plumas. Imperceptiblemente, ese viejo zorro que es el alcalde de Madrid, que ha pasado por todas las trincheras primero en la Alianza Popular de
Fraga –aupado por su padre, el inolvidable
José María Ruiz Gallardón, pero también por méritos propios—y luego en el Partido Popular, ya sin Don Manuel, se ha ido distanciando de
Mariano Rajoy, que parece estar apestado: los organizadores de la campaña vasca no le quieren en los mítines y algunos ‘barones’ regionales han pasado del apoyo casi incondicional al silencio. ‘Alberto’ es maestro en administrar sus silencios, cuando quiere; en un reciente mítin en el País Vasco los periodistas no lograron sacarle ni una palabra sobre lo que ocurre en Madrid, porque se aferró a que estaba allí exclusivamente para apoyar al candidato
Basagoiti. Y punto.
Un 'pacto no escrito'
No estoy del todo seguro de que Ruíz-Gallardón haya resultado por completo ileso en la hecatombe madrileña, la verdad. Quienes le odian en la Comunidad –y hay muchos que le odian, comenzando por el vicepresidente
Ignacio González—le han acusado menos que veladamente de haber organizado, él también, su propia red de vigilancia y espionaje desde el Ayuntamiento. Y tampoco le faltan los dossieres que le acusan de faraonismo, de emprender obras magnas e innecesarias en la capital y le recuerdan algunas trapisondas del pasado, de las que supo salir entonces bien librado. Sí, hay muchos que no quieren demasiado al activo Alberto, que irrita a sus adversarios internos con su carisma, su verbo fácil y su talante no siempre necesariamente hostil al poder socialista.
Ahora, alguno de los medios citados descubre algo que ya aquí hemos contado varias veces: que el alcalde madrileño, que ya pactó con
Aznar el situar a
Ana Botella en el Ayuntamiento, en un puesto privilegiado, habría llegado a algún tipo de acuerdo con el ex presidente del gobierno para que éste, y la poderosa fundación Faes, le apoyen en un momento determinado como candidato a La Moncloa en lugar de Rajoy. Que Aznar no aprecia mucho a quien él mismo colocó como sucesor al frente del PP es algo sabido y constatado; que no le haría ascos a ver a Ana Botella al frente de la alcaldía más importante de España, una especie de ‘operación
Hillary Clinton’ a su modo, también se da por supuesto. Que Ruiz Gallardón se perece por sentarse en el sillón presidencial, algo lógico y hasta conveniente para un político, dejó de ser un secreto años ha.
Aseguran que ese ‘pacto no escrito’ –ni admitido—entre José María Aznar y Alberto Ruiz-Gallardón contempla dos hipótesis: que Rato decida bajar al ruedo –no lo creen probable, parece—y que Rajoy logre mantenerse hasta 2012 –que sí es más probable--. Solamente si perdiese en esas elecciones frente a Zapatero, o frente a quien Zapatero pudiese designar para sucederle, se concretaría el gran pacto subterráneo en el PP. No antes…a menos, claro, que el descalabro de Rajoy tuviese lugar ante un pésimo resultado en las pruebas electorales que vienen, sobre todo en las europeas de junio.
De momento, los ‘affaires’ destapados por las investigaciones de El País y por la instrucción del juez Garzón han servido para que el PP ofrezca una imagen de unidad en torno a Rajoy. El gallego ha sobrevivido a otras operaciones de acoso y derribo y la verdad es que, pese a algunos esfuerzos de algún medio, como la portada de El País de este domingo, él sí sale por completo impoluto de cualquier acusación de corrupción o de tolerarla en sus proximidades. Ahora, si quiere y no cede a sus perpetuas tentaciones de tirarse a la bartola, encogerse de hombros y considerar todo una mera ‘carallada’, Rajoy tiene una oportunidad de afianzarse y de convencer a los suyos de que no pueden considerar las elecciones vascas, ni siquiera las gallegas, y menos aún las europeas, como unas primarias. Que el mejor de todos, en este carajal, sigue siendo él.¿Podrá?