www.diariocritico.com

Tres años, ya, desde que ocurrió todo aquello…

domingo 11 de marzo de 2007, 06:19h

Aquí hay que tener mucho cuidado con los aniversarios, porque, como las hemerotecas, las condecoraciones o los lazos azules, se los tiran los unos a la cabeza de los otros. Lo hemos visto hasta con la horrible matanza del 11-m, por mucho que Rajoy y Zapatero se fotografíen, juntos pero no revueltos, ante el monumento a las víctimas. Ahora recordamos, tres años después, lo que ocurrió en aquellos días entre el 11 y el 14 de marzo de 2004. Días de enorme zozobra, de rumores, de dolor contenido y de ira desatada. Y sí, efectivamente: han pasado tres años desde la victoria electoral del PSOE y de José Luis Rodríguez Zapatero. Menudos tres años.

Algo hemos avanzado en los últimos meses: en el Partido Popular ya se admite, aunque no a micrófono abierto aún, que, de haberse gestionado de otra forma por parte de Aznar esas jornadas tensísimas entre el 11 y el 14 de marzo, otro hubiera sido el resultado electoral, más parecido acaso a lo que anunciaban los sondeos, a lo que acariciaban con la punta de los dedos Mariano Rajoy y su círculo y a lo que temían todos los socialistas, excepción hecha, parece, de José Luis Rodríguez Zapatero.

Las demás explicaciones que ha dado el PP para paliar su derrota, que si la campaña socialista de los SMS, que si la concentración de gritos frente a la sede de Génova, resultan simplemente insuficientes y a veces hasta ridículas. Si Aznar hubiese llamado a la entonces oposición a manifestarse conjuntamente, bajo una misma pancarta, si los portavoces populares hubiesen admitido desde el primer momento la evidencia de que todos los indicios apuntaban hacia una autoría de la masacre, si el talante aznarista hubiese sido diferente en sus reacciones, otro gallo le hubiese cantado al PP ante las urnas.

Lo que sin embargo siguen sin admitir los socialistas es que su victoria, impecable por lo demás, estuvo ayudada por circunstancias externas. Y menos aún admiten que, en estos tres años en La Moncloa y en la gloria, se ha desvirtuado aquello que dijo Zapatero: “el poder no me cambiará”. Sí lo ha cambiado; o quizá ocurra que, tres años después, el misterioso velo que nos dificultaba la vista de la sonrisa presidencial ha caído al suelo. Ahora, para bien, pensarán unos, para mal, dirán otros, ya conocemos, o al menos intuímos, al verdadero ZP.

La manifestación del pasado sábado, con la escandalosa diferencia de cifras ofrecida por una España oficial y por la otra, fue, en todo caso, muy grande. Y tengo para mí que no se trataba de protestar solamente por el hecho aislado del cambio de régimen penitenciario del asesino De Juana, acción que ha provocado irritación, pero que no justificaría que tanta gente se lanzase, bandera española en mano, a la calle. Ni siquiera era una marcha solidaria con las víctimas del terrorismo, irritadas algunas contra el actual Gobierno socialista más por su política de gestos que por haber abandonado a quienes sufrieron el terror o a sus familiares. Fue una manifestación en toda regla contra la política general del Gobierno en el pórtico del tercer aniversario de unas elecciones perdidas por quienes se estaban manifestando en la plaza de Colón.

Una manifestación, supongo, contra muchas de las cosas que han ocurrido en estos tres años y que han provocado otras manifestaciones anteriores: el Estatut catalán, la legislación sobre los matrimonios homosexuales, la memoria histórica y hasta la gestión de las opas sobre Endesa, por citar solamente algunas cosas. Era una de las dos españas manifestándose contra la otra, que a su vez también saldrá en manifestación el próximo sábado, es de suponer que exhibiendo parecido grado de rencores, aunque naturalmente de signo opuesto, a los que mostraban los que gritaban contra Zapatero este fin de semana.

Acaso lo peor de esta época –que ha tenido sus cosas buenas, entre ellas la virtud de haber cogido algunos toros por los cuernos—haya sido que esos rencores se hayan exacerbado, que ambas españas sean más dos españas que en los últimos treinta años. Y eso es mucho más importante que la posibilidad de que el asesino múltiple e irredento De Juana vaya a dormir o no pronto en casa, una decisión gubernamental a la que, en el fondo, se pueden hallar explicaciones racionales, por mucho que nos repugne. Puede que baste con Rubalcaba el apagafuegos, el pararrayos, para explicar lo de De Juana. Pero solamente el mismísimo Zapatero, cuya caza ha comenzado ya a partir del pasado sábado, puede explicarnos todo lo ocurrido en estos tres años que cambiaron nuestra Historia.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios