Desde primera hora de la mañana comenzaron a llegar a la Glorieta de Carlos V cientos de ciudadanos con el objetivo de honrar a las víctimas y con la esperanza de poder contemplar desde primera línea el monumento que recuerda a los fallecidos en los atentados frente a la estación de Atocha y que hasta hoy había permanecido oculto bajo una lona.
Varios de los congregados frente a Atocha explicaron a Europa Press que su presencia allí tenía por objeto recordar y homenajear a las víctimas en este tercer aniversario de la masacre terrorista y mostrar su apoyo "directo" a sus familiares y allegados. Entre ellos, un hombre, con un ramo de claveles rojos y blancos --como símbolo de "la sangre y la paz"-- que pretendía depositar a los pies del monumento, aseguró sentir "tristeza" ante la situación política actual de división en España e hizo un llamamiento a la reflexión y la tolerancia.
El silencio fue la nota predominante entre los congregados, sólo roto en varias ocasiones por aplausos ante la llegada de los coches oficiales de los Reyes y Príncipes y los autobuses en los que se trasladaba a los allegados de las víctimas que asistieron a la inauguración, repetidos al finalizar el acto cuando muchos de ellos se retiraban a pie y también cuando los miembros del Selur, servicio de limpieza del Ayuntamiento de Madrid, hicieron acto de presencia para iniciar su trabajo.
Aunque no hubo ni gritos ni se corearon consignas, sí se pudieron ver algunas banderas de España, pocas, y pancartas aisladas. Además, algunos de los presentes llevaban pegatinas con los lemas como 'No a la guerra de Irak' o '11-M. Queremos saber la verdad'.
Enfrentamientos verbales
No obstante, a pesar de la tónica general de tranquilidad y recogimiento que dominó el acto, se registraron pequeños enfrentamientos verbales entre algunos de los presentes que obligaron a los agentes del Cuerpo Nacional de Policía a intervenir y hacer un llamamiento a la calma. Así, por ejemplo, un hombre con una gran bandera de España anudada al cuello que le cubría por detrás casi la totalidad del cuerpo fue increpado por varios de los asistentes.
Mientras unos acusaban al Gobierno del PP de haber provocado los atentados con su participación en su apoyo a la guerra de Irak, otros les respondían recriminando la "apropiación indebida" de símbolos pacifistas para defender fines políticos. La mayoría, por contra, pedía "respeto para las víctimas" y les instaba a callarse.
A pesar de que el objetivo de muchos de ellos era presenciar ' en primera línea' la inauguración del monumento, el férreo dispositivo de seguridad desplegado ante la presencia de los Reyes, los Príncipes de Asturias y los representantes de las altas instituciones del Estado acabó con sus ilusiones.
Las vallas de seguridad instaladas en los alrededores del monumento y la presencia de 195 agentes de la Policía que impedían acercarse a él provocó indignación entre los congregados. Así, una mujer consideró "una vergüenza" que se impidiera a los asistentes "acercarse a menos de dos kilómetros" de distancia, siendo jaleada por los presentes.
Una vez finalizado el acto oficial de inauguración y tras irse los representantes de las instituciones del Estado, las vallas fueron retiradas y, por fin, horas después, cada ciudadano anónimo pudo hacer su particular homenaje a las víctimas a los pies del monumento.
El Ayuntamiento de Madrid montó un dispositivo preventivo sanitario compuesto por un total de 70 profesionales sanitarios, distribuidos en diez ambulancias, dos equipos de psicólogos, cinco equipos de Samur a pie, un vehículo de intervención rápida, un puesto de medicina avanzada y un Centro Integrado de Coordinación e Información (CICOIN).
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