Y, cómo no, mientras el depredador (véase hombre/político) va detrás de su presa (mujer/electorado) no se cometen fallos. Veamos un ejemplo: un hombre apuesto, bien perfumado y bien vestido se acerca a chica guapa dispuesta a dejarse conquistar. Después de las presentaciones, si el hombre desea lograr su objetivo no hace cosas que, digamos, puedan espantar a la chica, como por ejemplo, meterse un dedo en la nariz.
Esto, que acabo de explicar y parece obvio, no parece haber sido tan obvio ni para Touriño ni para Quintana, que no han parado de dar traspiés en la campaña electoral. Podían tener más o menos contento a parte del electorado, podían más o menos seguir tanteando la posibilidad de volver a repetir resultados de hace cuatro años. Pero las meteduras de pata de los últimos tiempos y que tienen que ver en su mayoría con el dinero, han terminado por desencantar a la chica objetivo de la conquista. No se puede ir a pedir perdón por haber cometido una infidelidad con mancha de carmín en la camisa.
Yo, particularmente estoy encantada con los resultados. Y lo estoy porque veo que en Galicia (mi comunidad autónoma dónde además, voto) no se han dejado llevar demasiado tiempo por las ínfulas nacionalistas. Galicia no es Cataluña y el sentimiento catalán, nada tiene que ver con el gallego. Su nacionalismo no es el gallego. No funciona igual. Y eso es lo que los del Bloque deberían entender de una buena vez.
Quintana, no te preocupes. Ahora, como bien has dicho, te toca reflexionar. Pues hazlo. Vete a la embarcación de tu amigo el constructor y hazlo. Y si es posible y te lo permiten, date una vuelta al mundo, a vela si es posible que se tarda más. Y cuando hayas viajado, entonces igual pero te darás cuenta de que tu imposición do galego no lleva a ninguna parte. Bueno si, a ti te ha llevado a recoger las maletas y a pirarte del gobierno.
Au revoir, Quintana.