www.diariocritico.com

"Pesetero del carajo"

miércoles 14 de marzo de 2007, 09:51h

La bronca, por una vez, no es política. La protagoniza, de una parte, el arquitecto Santiago Calatrava, molesto por una pasarela que une en Bilbao su puente peatonal con un complejo del japonés Isozaki. De otra, el perpetrador del hecho, el alcalde Iñaki Azkuna, para quien el puente “puede ser una obra artística, pero sobre todo es para pasear sobre él”. Por eso, considera la demanda del arquitecto propia de un “pesetero del carajo”.

Lástima que los urbanistas no sean tan populares como los concursantes de Gran Hermano, pues tendríamos un show asegurado. No hace tanto, ni los periodistas culturales de Bilbao estaban muy puestos en arquitectos. Una vez quise verificar que había colocado en su sitio la hache de Frank Gehry y se lo consulté a un colega: “¿El arquitecto del Guggenheim, preguntas?, pues Norman Foster”, dijo, tan pancho, confundiéndolo con el autor del metro.

Por eso, se equivoca Calatrava si cree que va a sacar un duro por eso que califica de agresión artística. Algún bilbaíno incluso le tenía ganas tras su nuevo aeropuerto: “Muy bonito, sí, pero si quieres mear tienes que dar un paseo de la leche”. O sea, arte y belleza frente a funcionalidad y servicio público.

Al citado Norman Foster le ocurrió algo parecido con su Millenium Bridge, hecho con Ove Arup frente a la londinense Tate Modern que dirige el valenciano Vicente Todolí. El viento del primer día bamboleó el puente a rebosar de elegantes autoridades. Su estreno definitivo hubo de demorarse durante meses.

Así que estas cosas le pueden pasar a cualquiera. El problema es que antes los artistas se movían por principios y no por dinero. Y así les iba. El mismo Picasso ironizaba al explicar por qué no había cuadros de él en su propia casa: “Es que yo no tengo dinero suficiente para poder pagarlos”. Salvador Dalí, espoleado por su pareja, Gala, fue de los pioneros en llamar a las cosas por su precio. Avida dollars, lo calificó en seguida el poeta Paul Éluard, anterior esposo de la compañera del pintor de Port Lligat y auténtico rojo de los de su época.

A Santiago Calatrava, el más cosmopolita de nuestros arquitectos, con estilo propio y reconocimiento internacional, tampoco le duelen prendas a la hora de hablar de dinero. O de excesos sobre el presupuesto por arreglos de última hora, como en el Palau dels Arts de Valencia. Y es que la financiación pública parece elástica. Pero Iñaki Azkuna también es un tipo berroqueño: si se ha peleado con un cáncer, ¿por qué le va asustar un arquitecto?

En ésas estamos: en una controversia que, por fin, no es política y en la que se van a dilucidar otros valores, desde la estética hasta los derechos de autor, desde las necesidades urbanas hasta la comodidad pública.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios