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No era Krugman sino Kruger

jueves 19 de marzo de 2009, 01:06h

Nos ha jorobado el gurú con las visiones, eso debió pensar Zapatero cuando Paul Krugman pintó una España tan desolada como un paisaje lunar. Pero como Krugman es Nobel de Economía cualquiera le contradice.

El golpe ha sido tan fuerte que el presidente del BBVA, Francisco González, sale al paso de Zapatero y dice que ya no todo es tan negro como lo veía la semana pasada. Pero en el negro también hay matices, hay tonalidades Obama y de Premio Nobel, esa es la escala de la crisis que comienza en lo pardo y acaba en lo oscuro de un agujero negro.

    El que le hablaba a Zapatero no era Krugman sino Kruger porque todo lo que viene de la economía es pura pesadilla, de tal modo que Zapatero tendría que salir de la valla de La Moncloa para comprobar que no le hayan cambiado el nombre a la calle por la de “Elm Street”. Y, ya de paso, observar si le han crecido los enanitos del jardín, entre ellos ese que tanto se parece a Solbes cuando se pone el gorro de dormir.

    Más que cenizo Krugman es un “ceniciento”. Es para mandarlo al sastre de Camps, al afamado José Tomás, y que le pinche con un cataplín con una de las agujas de tomar medidas. Por supuesto sin factura porque lo de Krugman no es de “recibo”, es más bien de estocada en todo lo alto, como las que hace Tomás, (no el sastre sino el torero).

    Si José Tomás devolvió la medalla de las Bellas Artes estamos en nuestro derecho de devolver a Krugman a esa juerga de la que llegó, de ese tabalo flamenco en el que estaba cuando le llegó el billete para Madrid.

    Se notaba la procedencia en el confeti que desprendió al agachar la cabeza ante Zapatero, salvo que sea caspa en colores.

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