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Andrés Aberasturi

Cultivar, coaccionar

Cultivar, coaccionar

viernes 20 de marzo de 2009, 23:03h

Cultivar, coaccionar

 

Andrés Aberasturi

 

20-03-2009 A estas alturas apenas si circula sangre por la vena ácrata que muchos mantenemos viva a duras penas aun sabiendo que no es ni posible ni seguramente demasiado recomendable. Pero sería tan hermoso. Vale; volvamos a la realidad y hablemos de lo que ocurre porque de vez en cuando ocurren cosas que sacuden por dentro, que están mucho más allá de un interés político concreto, de una ideología determinada y hasta es posible que ni los propios políticos, autores de esas cosas que ocurren, se den cuentan del alcance de sus decisiones/intenciones. Es posible, aunque no creo que se probable.

 

   Reconozco el repeluco que sentí al leer el deseo del tripartito catalán de cultivar en los niños y niñas el "sentimiento de pertenencia a la nación catalana". Repeluco triple y desconsolado primero por tratarse de niños y niñas, segundo por el verbo "cultivar" y tercero porque la acción de ese verbo es un sentimiento de pertenencia. Ay libertad, libertad.

 

   No soy catalán e ignoro lo que piensan la mayoría de sus ciudadanos sobre estas cosas; tampoco sé si les gusta el chorreo de millones que el señor Carod va haciendo en iniciativas de dudosos resultados ora aquí, ora allá, pero alguien debería empezara sumar sus patrióticas dádivas y tal vez la cifra pueda resultar algo desmesurada. Pero ese es su problema y no voy a entrometerme en terreno que no es el mío. En lo del cultivo del sentimiento sí, porque eso -lo insinuaba al principio- trasciende lo anecdótico para entrar en un terreno mucho más serio y mucho más triste.

 

   Cultivar desde las escuelas la mente de un niño, es algo que debería hacerse con el mismo cuidado que una operación a corazón abierto. La mente de un crío es un terreno sagrado y virgen en el que va a echar raíces muy profundas todo lo que en él se siembre. Bromas e ideologías concretas, las justas. Este país ha pasado ya por eso y no fue bueno. La exaltación del nacionalismo español es tan peligroso y absurdo como el del catalán, el vasco o el extremeño porque lo peligroso es hacer del individuo el prisionero de un supuesto pasado mítico en lugar de formarle para que protagonice libremente su presente y el futuro de todos. Nadie debería cultivar en un inocente la pertenencia a nada porque si nos adoctrinan de esa forma, nos están robando el derecho a decidir. Esto no es una bobadita tipo Carod con el señor ese de lanza, esto es introducir un elemento de coacción en la educación de un niño disfrazando el tema con el verbo "cultivar" y dulcificando el atentado añadiendo algo que a todos suene bien: "cultivo del sentimiento de pertenencia como miembros de la nación catalana y el respeto a la convivencia"

 

   Ahora que la única patria posible cada vez más va siendo Google, al menos como metáfora, cultivar sentimientos de pertenencia a terruños con fronteras -Cataluña, España, Europa- no deja de resultar un intento patético para una desesperada supervivencia que conduce directamente a la nada. ¿Por qué siempre se empeñan en enseñarnos lo que tenemos que amar por decreto en lugar de dejarnos libres para que amemos? La respuesta está en la Historia y es, generalmente, dramática

 

 

 

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