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Enrique Arias Vega

Estambul, capital de Europa

Estambul, capital de Europa

domingo 29 de marzo de 2009, 20:16h

Estambul, capital de Europa

 

Enrique Arias Vega

 

27-03-2009- No me refiero a la condición de Ciudad Europea de la Cultura, circunstancia que compartirá la capital turca el próximo 1 de enero con la población alemana de Essen y la húngara de Pécs. Aludo, más bien, a su actividad vertiginosa que, a pesar de la brutal crisis económica, hace de Estambul una de las ciudades más dinámicas de este continente.


Allí, los próximos 6 y 7 de abril pueden coincidir Barack Obama y Rodríguez Zapatero con motivo del Foro de la Alianza de las Civilizaciones, impulsado por el presidente español y su homólogo turco, Tayyip Erdogan, ese islamista moderado tan popular que sus compatriotas le llaman simplemente por su nombre propio, al igual que sucedía aquí hace años con Felipe González.


Por suerte para Zapatero, Obama no va expresamente a verle a él, sino a hablar con los turcos de temas mayores: Irak, Irán, Oriente Medio, Líbano y Chipre. En cualquier caso, el presidente español, con su reciente y súbita espantada de Kosovo, tras el precedente de Irak en su día y de otros asuntos colaterales, como su sentada ante la bandera norteamericana, no lleva precisamente la mejor tarjeta de presentación ante el icono actual de los progres de todo el mundo.


La Turquía que va a visitar es un país sumido también en una devastadora crisis económica, con un desempleo del 13 por ciento, caída de la demanda interna y de las exportaciones industriales y una previsión negativa para el PIB de un 1,5 por ciento durante 2009, tras un largo período anterior de crecimiento económico entre el 5 y el 10 por ciento anual.


Aun así, los turcos no se encuentran ante el abismo económico y el pesimismo vital de otros vecinos del este europeo, como Rumania, Letonia o Hungría. Es más: este domingo, día 29, tienen lugar unas elecciones municipales que llevan semanas movilizando a una población enfervorizada, con una pasión política que lleva a los mítines a decenas de miles de personas, algo que no hemos vuelto a ver en España desde la transición a la democracia.


Y es que los turcos, en general, y los de Estambul, en especial, tienen una vocación europeísta que contrasta con el descreimiento de los recién incorporados a la UE, como esa Chequia cuyo primer ministro, el escéptico Mireck Topolanek, acaba de presentar su dimisión.


Por eso, resulta paradójico y hasta suicida que muchos miembros del club europeo se opongan, con un decepcionante e injustificado desdén, a la entrada de Turquía en la UE. Vista la febril y laica actividad de Estambul, su incorporación sería una bendición dinamizadora, frente a la rémora de algunos países decepcionados y al escepticismo de la mayoría de los restantes.

 

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