José Blanco pone orden en AENA

Parece cierto el inminente nombramiento, rumoreado desde días atrás, del ingeniero gallego Juan Lema como nuevo presidente de AENA, el órgano de gestión y control de los aeropuertos y la navegación aérea. De confirmarse en las próximas horas, será sin duda un acierto del nuevo titular de Fomento, José Blanco. Juan Lema, afín al partido socialista, no tiene sin embargo acusado perfil político, pero, en cambio, está considerado en el sector como un competente técnico, un magnífico profesional y un buen gestor, coincidencia de cualidades que rara vez se produce y que augura nuevos y mejores tiempos para AENA, donde Lema fue ya director de Aeropuertos cuando el ingeniero Francisco Cal, afín al PP, presidió AENA  en la complicada etapa como ministro de Fomento de Rafael Arias-Salgado.

Eran los tiempos turbulentos de la vergonzosa campaña sobre un presunto “caos aeroportuario”, que nunca fue real. El ministro Arias-Salgado, cegado porque su honestidad personal le impedía ver, o aceptar que veía, que “la mano que movía la campaña” no estaba en el PSOE, sino en su propio partido, ansiosa por poner la mano sobre el jugoso pastel de Fomento, acabó por tirar la toalla en términos sicológicos.

Lo cierto es que, guerras políticas internas al margen, Juan Lema, al frente de Aeropuertos, y Gaspar de Vicente al frente de la Navegación Aérea, formaron con Francisco Cal un equipo de ingenieros de gran nivel profesional, muy riguroso en el control de gasto, extraordinariamente compenetrado, muy comprometido con el servicio público y ajeno a cualquier sectarismo político, como lo probó el mantenimiento en cargos de máximo nivel de funcionarios y profesionales afines e incluso militantes del PSOE, pero con capacidad técnica, valiosa experiencia y probado rigor económico en la gestión. Como cabía esperar, todos ellos, incluso los afines al PP, fueron rápidamente víctimas de la llegada a Fomento, previa defenestración de Arias Salgado, del por entonces todopoderoso Francisco Álvarez-Cascos, quien puso al frente de AENA a un personaje delicioso para una novela pero completamente inadecuado para la gestión de un organismo tan delicado e importante, el peculiar Jacobo Argüelles, que sin embargo, aunque parecía imposible, fue superado en ineficiencia por sus sucesores en la reciente etapa de Magdalena Maleni Álvarez.

Ahora, la noticia, que se confirmará en las próximas horas, de que Juan Lema será el nuevo presidente de AENA se ha recibido con satisfacción y esperanza en todos los centros de AENA, especialmente en los aeropuertos, y no sólo en los niveles directivos, sino también en los distintos niveles de profesionales y trabajadores del organismo, los de derechas, los de izquierdas y los mediopensionistas, como se dice. No es poca cosa el que el llegue a la presidencia de un organismo que mueve tanto dinero y presta un servicio tan esencial como AENA alguien con bien ganada reputación de competencia, rigor y seriedad técnica y económica. Con Juan Lema, como con cualquiera, también hubiera podido producirse una catástrofe como la terrible del avión de Spanair en Barajas, pero la gestión de la crisis hubiera sido muy distinta y mejor, y la investigación de lo sucedido habría sido seria y creíble.

Se nota cierta perplejidad en el sector, desde luego positiva, porque esta decisión es un significativo indicio de que alguien está asesorando bien a José Blanco en Fomento, y que el poderoso y polémico “número dos” del PSOE está decidido a demostrar su capacidad y valía al frente de uno de los Ministerios más importantes, decisivos y exigentes de cualquier Gobierno. No sólo desde la oposición, sino también desde las cercanías de su propio partido, han sido frecuentes las descalificaciones personales de 'Pepiño' Blanco. Bien pudiera ser que a los empeñados en presentarle como un personaje de tercer nivel, un tonto en territorio de caimanes, hubiera que recordarles la sabiduría popular de que “en este país, el más tonto hace relojes”. De momento, posiblemente haya que reconocer que ha entrado con acierto y buen pie en el espacio más conflictivo de su Departamento.