Im-presentables del domingo, 3 de mayo 2009

Merkel, modelo de ropa interior

Las empresas agudizan el ingenio ante la crisis y para ellas todo vale para vender. Este es el caso de la empresa Bruno Banani que no se le ha ocurrido otra cosa mejor que utilizar la imagen de la Canciller Ángela Merkel para promocionar su nueva colección de ropa interior. El lema de la campaña "Lo damos todo con tal de estimular la demanda", pone de manifiesto la implicación total de la empresa por aumentar sus ventas.

Las autoridades políticas han eludido por el momento pronunciarse sobre el fotomontaje en el que Merkel aparece semidesnuda junto a otros políticos alemanes (el líder de la Unión Cristiano social de Baviera -CSU-, Horst Seehofer, el ministro de Asuntos Exteriores y candidato del Partido Socialdemócrata -SPD- a la cancillería, Frank-Walter Steinmeier y  la ministra de la Familia Ursula von der Leyen).

El anuncio lleva instalado desde el jueves en una tienda del berlinés boulevard Kurfuerstendamm. La canciller, convertida en modelo involuntaria, sonríe sexy en ropa interior de color lila desde las vallas publicitarias del centro de Berlín.

Los médicos-maleteros de París

Una cosa es tomar precauciones y otra encerrar a la gente en los hoteles, como han hecho en Hong Kong con seis españoles que no tenían el menor síntoma de gripe A, o de cualquier otra nomenclatura. Una cosa es ponerse mascarilla en los aeropuertos y otra negarse a manipular las maletas de los viajeros españoles en París porque, dicen los maleteros, en España no se toman las medidas adecuadas contra la gripe porcina. Si lo sabrán ellos, con sus profundos conocimientos médicos. La verdad es, digan lo que digan los maleteros de Orly, que la gestión de la ministra de Sanidad, que hoy aparece entrevistada en varios periódicos, ha sido unánimemente elogiada y hasta la ‘ministra de Sanidad en la sombra’, la ‘popular Ana Mato, médico ella y ex ministra de la cosa, ha elogiado a Trinidad Jiménez. La histeria es mala cosa, y es algo por lo que no debemos dejarnos llevar. Ni nosotros, ni las autoridades de Hong Kong –parece que a los turistas españoles se les trata, como al resto de los huéspedes del ‘hotel maldito’, como apestados—ni, menos aún, los maleteros parisinos.