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Sólo Rafaelillo se acerca al triunfo con una gran corrida de José Escolar

domingo 17 de mayo de 2009, 12:21h
Una encastada e interesante corrida de José Escolar sólo fue mínimamente aprovechada por Rafaelillo, que perdió un trofeo por el mal uso de la espada, mientras Robleño y Sánchez Vara se fueron de vacío total.
Toros de JOSÉ ESCOLAR, muy bien presentados, encastados, de diveso juego: 5º  manso; 1º, 3º y 6º aplaudidos en el arrastre. RAFAELILLO: ovación tras aviso; silencio. FERNANDO ROBLEÑO: silencio; silencio. SÁNCHEZ VARA: silencio; silencio. Plaza de Las  Ventas. 16 de mayo, 10ª de feria. LLeno.
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La ganadería de José Escolar es una de las esperadas, por no decir preferidas, por la afición venteña, que ve en este encaste una alternativa a la monocorde y extensa camada española de los 'juanpedros', tan ponderados y alabados por el taurinismo activos y sus acólitos y voceros. Estos, los 'escolares', tienen comportamientos diversos, cual debe corresponder al conjunto que conforma una corrida.

Por ejemplo, en la décima de feria isidril, los hubo mansos, el quinto sin ir más lejos, que pronto se rajo y se fue huyendo a tablas; también hubo noble, el segundo, al que picó muy bien Pedro Iturralde por lo que fue ovacionado; o los hubo bravos, con mayor o menor dificultad, como lo fueron primero, tercero y sexto a los que el público aplaudió en el arrastre.

Y ante esta clase de toros la labor de los toreros, que como es natural desde el criterio de los mandamases de la tauromaquia deben ser de los considerados modestos, fue discreta con más pena que gloria.
Rafaelillo fue el que puso más entusiasmo y el mejor toreo de la tarde sacando las mejores tandas con la mano derecha, sobre todo en el que abría plaza donde los pases fueron templados y con cadencia; mató mal de estocada y cinco descabellos tras aviso, recibiendo palmas por su labor. En el que hacía cuarto, también la faena fue con la mano diestra  aunque menos templados y más vulgares, mató de estocada silenciándose su labor.

Fernando Robleño estuvo voluntarioso, si bien las dificultades de sus toros fueron determinantes. Al noble segundo, la faena, sólo por la derecha, fue a media altura pues era clara la tendencia del toro a perder las manos; mató de estocada defectuosa silenciándose su labor. E igual resultado tuvo en el que hacía quinto, con el que comenzó la faena de muleta con doblones que fueron muy jaleados, tras los que el toro se fue a las tablas donde la porfía del espada fue baldía.

La virtud de Sánchez Vara no está en su calidad con la muleta, por eso apuesta fuerte por la suerte de banderillas. En tercero de la tarde las puso con mayor ortodoxia por lo que fue aplaudido, luego con la muleta, lo dicho, una faena muy vulgar con ambas manos y excesiva separación entre toro y torero; mató de estocada y descabello aplaudiéndose su actuación. En el que hacía sexto, más de los mismo, con la diferencia de que en éste puso las banderillas con muchas ventajas y a toro pasado. Igual sucedió con la muleta, faena similar a la que hizo en el otro; pero acentuándose más los defectos. Tras matar de estocada se silenció su labor.
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