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Los periodistas

Los periodistas

martes 16 de junio de 2009, 20:26h

"La memoria es la biblioteca de la inteligencia" escribía Julio Schérer García, ex director del periódico Excélsior y director fundador del seminario político Proceso en México. En los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, informar simplemente o escribir "críticamente" en América Latina sobre los gobiernos del "establecimiento" -elegidos democráticamente o simplemente dictatoriales- era una empresa arriesgada o suicida que condenaba, en la mayoría de los casos, a la soledad y al desamparo y, en la minoría, a la muerte. Se tenía un consuelo para los que elegían y se mantenían en el papel de informar de lo que pasaba, pese a las amenazas: estas sociedades que condenaban a la prensa, a la escasa prensa que se atrevía a criticar al poder, eran sociedades sin respaldo popular, agotadas por la corrupción y las triquiñuelas políticas, favorecidas por los poderosos, incapaces de responder con argumentación racional a las denuncias y de explicar los hechos sin contradecirse, profundamente injustas y violentas. Por ello mismo, estaban, tarde o temprano, condenadas a desaparecer y los periodistas, al cumplir su oficio, apostaban a la historia del futuro aunque permanecían expuestos a las barbaries del presente.

Por revelar lo sucedido en la matanza de Tlatelolco en 1968, Schérer fue hostilizado, amenazado, chantajeado y, al final, depuesto de su cargo de director del periódico por una maniobra seudodemocrática organizada desde el Gobierno mexicano de aquella época.

"La actitud de ese diario es una actitud irresponsable, formulada por gentes que ni aman ni se solidarizan con México, que quieren perjudicarlo y que no se paran en medios para difundir versiones o interpretaciones conscientemente equivocadas e, incluso, malévolas", fue una de las condenas del poder en esa época. "Excélsior intenta dividir a la familia mexicana" fue otra de las conclusiones que no ha perdido actualidad.

Los tiempos y los rostros han cambiado. El malestar del poder, su intolerancia frente a la prensa independiente no. Hace más de dos años, Carmen Aristegui fue "renunciada" de un exitoso programa de radio en donde analizaba todos los temas, "correctos o incorrectos" políticamente. Lo que es inusitado es que Gobiernos que proclaman la libertad y que se consideran de izquierda ataquen a esa prensa que les critica y que incluso traten de cerrarla como si viviésemos cuarenta años atrás.

¿Qué dice mentiras y que distorsiona? Si las políticas educativas y culturales son exitosas, si la solidaridad prende y el respeto ciudadano se acrecienta, no hay que tener miedo y sí, sentido del humor. De lo que hay que recelar es de las contradicciones internas, de las concesiones generosas, de los cortesanos complacientes, de olvidos históricos.

"No hay manera de darle gusto a nadie" se quejaba el ex presidente mexicano Gustavo Díaz Ordaz a Schérer García. "Si mis hijos van a la escuela en un automóvil usado, soy un avaro y un hipócrita. Si se presentan en un carro último modelo, soy un cínico y un hijo de la chingada". "¿Y qué hace usted, señor presidente?", le preguntó Schérer. "Nada, dejo que ellos decidan" fue la respuesta presidencial.

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