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La cuarta urna o el efecto Chávez

La cuarta urna o el efecto Chávez

martes 30 de junio de 2009, 05:32h

Una ola de “continuismo presidencial” sacude Centro y Suramérica.  A la “vocación” casi hereditaria de los militares por el poder, que conforma una nefasta tradición castrista y caudillista en nuestros pueblos, se une ahora la de los líderes civiles quienes, una vez saboreadas las mieles del gobierno, empiezan a preguntarse ¿Y por qué no puedo quedarme un poquito más, modificando la Constitución o lo que haga falta?.Hasta a un político con una excelente formación como Uribe,  le ha paseado por la cabeza semejante idea, varias veces. Pero esta última epidemia de “perpetuismo” por encima del “constitucionalimo“, no se está produciendo por simple casualidad, y la genética no basta, por sí sola, para explicarla. Se hace necesario recurrir a otro tipo de factores, como lo que algunos ya  han dado por llamar el “efecto Chávez”.


Lo que ha pasado en Honduras es el mejor y más reciente ejemplo de lo que estamos refiriendo.  Manuel Zelaya electo a finales del 2005 presidente de Honduras para un periodo constitucional único de cuatro años, se dejó llevar por las malas influencias de sus nuevos amigos venezolanos y nicaragüenses, y después de aprovechar las gangas que le ofrecía Petrocaribe  se dedicó a escuchar sus cantos de sirena. Por eso, se decide a copiar, aunque quizás un poco tarde para él, el esquema venezolano, introduciendo en el 2008 una Ley de Participación Popular, que le permite hacer consultas al pueblo sobre temas de interés nacional, de modo similar a la del Sufragio y Participación Política nuestra. Ya a comienzos del 2009, último de su mandato, se atreve, animado por el triunfo de Chávez en febrero, en su segundo intento, a plantear una consulta popular no vinculante, que tendría lugar, con una cuarta urna,  el mismo día de las elecciones presidenciales del 29 de noviembre, cuando también se elegirían los miembros del parlamento y de los  gobiernos municipales. Su objeto, decidir sobre una asamblea constituyente, o sea, la aplicación del modelo made in Venezuela (nueva constitución, normas de reelección presidencial, etc.). No obstante, aquella fecha fue adelantada para el 28 de junio.


Hay la creencia de que todo  lo que tiene que ver con consultas populares es democrático por naturaleza; sin embargo, no necesariamente es así. La manipulación de las masas es muy antigua y los oradores griegos y romanos, ya conocían técnicas de comunicación que solían poner en práctica con todo éxito. En Venezuela también pasamos  por eso y el referéndum sobre la ANC, con una pregunta a todas luces inconstitucional, sedujo a muchos venezolanos en 1999, que no se dieron cuenta de que estaban cambiando una constitución con un periodo presidencial de cinco años, por una con dos periodos de siete. Posteriormente, se desconoció la voluntad popular, manifestada en diciembre del 2007, rechazando la reelección indefinida, con un nuevo referéndum que no estaba contemplado en la carta magna. Los hechos posteriores ya los conocemos y no se parecen a los de Honduras. Mientras aquí la Corte Suprema y el Consejo Supremo Electoral de aquel entonces, avalaron la consulta, en el pequeño país centroamericano aplicaron la constitución vigente de 1982  y la  declararon ilegal, impidiendo que el presidente la llevase a cabo y desconociese la autoridad del resto de las instituciones. Es indudable, que los hondureños aprendieron mucho de la experiencia venezolana, en general, y sobre todo, de la del 2003 en particular.


Mas allá de la ruptura del hilo constitucional con la que no estamos de acuerdo, creemos que los sucesos de Honduras marcarán un antes y un después en la actual situación geopolítica del continente, al mismo tiempo que servirán para reflexionar sobre los frenos al ilimitado poder presidencial, y el papel de los militares y el resto de las instituciones políticas en los países latinoamericanos.

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