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El "hombre fuerte" de la dictadura de García Meza

LLega a Bolivia Luis Arce Gomez luego de ser expulsado de EEUU

LLega a Bolivia Luis Arce Gomez luego de ser expulsado de EEUU

jueves 09 de julio de 2009, 14:29h
Con 71 años de edad y luego de purgar una condena en el país del norte, Arce Gomez llega a Bolivia para acompañar a quien encabezó la aventura golpista en 1980, Luis García Meza. Su próximo destino será la cárcel de Chonchocoro.

Un juez estadounidense dispuso el lunes la deportación del ex ministro del Interior Luis Arce Gómez, quien cumplía una sentencia inicialmente de 25 años por narcotráfico en Estados Unidos, pero al completar dos tercios de la pena quedó en libertad condicional.

Ese plazo feneció el 23 de noviembre de 2007, cuando se inició una batalla legal entre el ex represor y el Estado boliviano para que sea trasladado al país, donde debe purgar una sentencia de presidio.

Había sido encerrado en una prisión de Memphis, Tennesse, de donde fue transferido al penal de Colman, en Miami (Florida), y de allí a un reclusorio menos estricto, denominado Krome, en la misma ciudad.

El ex militar debe haber llegado hoy al aeropuerto de El Alto, cerca de las 05.45, en un vuelo comercial. Luego de los trámites de ley será recluido en el penal de Chonchocoro, según confirmaron anoche a La Prensa fuentes del Ministerio de Gobierno.

Miembros de esa cartera de Estado darán, a las 11.00 de este jueves, una conferencia de prensa para proporcionar los detalles.

Trayectoria sangrienta

El 21 de abril de 1993, la Corte Suprema de Justicia lo condenó, junto con el ex dictador Luis García Meza, a 30 años de prisión sin derecho a indulto.

Después de que García Meza se impusiera a sí mismo como comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas al forzar a la entonces presidenta Lidia Gueiler a designarlo en el cargo, Arce Gómez pasó a dirigir el Departamento Segundo del Ejército.

Desde sus oficinas, en el Estado Mayor, el ex coronel manejaba la Inteligencia del Ejército.

Se le atribuyen los atentados explosivos registrados en La Paz, desde enero de 1980, que causaron pánico y confusión.

Fue involucrado en el asesinato del jesuita Luis Espinal Camps. Junto con García Meza se oponía a que Hernán Siles Zuazo (UDP) asumiera la presidencia.

Siles Zuazo había ganado sucesivamente los comicios de 1978, 1979 y 1980 como candidato de la Unidad Democrática y Popular (UDP), que reunía al Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNRI), al Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), al Partido Comunista de Bolivia (PCB) y a otros grupos menores.

Rabiosamente anticomunista, Arce Gómez organizó los grupos de paramilitares que asaltaron la sede de la Central Obrera Boliviana (COB), en La Paz, el 17 de julio de 1980, y minutos más tarde el Palacio de Gobierno.

En esa acción murieron el líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, el político Carlos Flores Bedregal y el trabajador Gualberto Vega Yapura.

Revólver en mano, los golpistas lograron la renuncia de Gueiler y alrededor de las 19.00, en el Gran Cuartel General de Miraflores, García Meza se posesionó como presidente del “Gobierno de Reconstrucción Nacional”. Minutos después, en medio aplausos de los concurrentes, Arce Gómez juraba como ministro del Interior, Migración y Justicia.

Comenzaba una época de terror, caracterizada por el toque de queda, unos 500 asesinatos de sindicalistas y opositores, desapariciones forzadas y unos 4.000 detenidos.

El programa 60 Minutos, que emitía una cadena estadounidense de televisión, lo había calificado como el “Ministro de la Cocaína”. Un primo suyo, Roberto Suárez Gómez, era el “legendario rey de la coca” y el narcotráfico tenía amparo oficial.

En octubre de 1980, en una conferencia de prensa, recomendó a los opositores “andar con el testamento bajo el brazo”, una amenaza de muerte, después de dar cuenta del exilio de políticos de izquierda o progresistas y el residenciamiento en lugares alejados de los centros urbanos a “los tontos útiles de la izquierda internacional”.

La presión interna de las Fuerzas Armadas determinó su destitución. Una noche de febrero de 1981, después del asesinato de ocho dirigentes del MIR en la calle Francis Harrington, de La Paz, la televisión en blanco y negro mostró las imágenes de su salida del Gobierno.

Arce Gómez se alejó de García Meza, a quien envió, después del final de su régimen, una carta en la que le trataba por su apellido. El ex dictador le respondió con dureza al exigirle que le diera el tratamiento de general.

El domingo 10 de diciembre de 1989, bajo la presidencia de Jaime Paz Zamora, organismos de seguridad del Estado capturaron a Luis Arce Gómez, quien era buscado por la justicia para someterlo a juicio de responsabilidad. La detención se produjo en una quinta ubicada en el kilómetro cuatro de la carretera Santa Cruz-Cochabamba, cerca de las 13.00.

Fue encontrado en una fiesta familiar. Preparaba, en pantalones cortos, un asado.

Un día después, Paz Zamora dispuso la entrega del ex Ministro a Estados Unidos, donde sería condenado a 25 años de cárcel al haber sido hallado culpable de tres de cargos de conspiración para introducir ilegalmente cocaína a ese país.

La condena de la Corte Suprema de Justicia

El documento aprobado por la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia el 21 de abril de 1993 da cuenta de lo siguiente:

“Luis Arce Gómez, ministro del Interior, Migración y Justicia (declarado rebelde y contumaz a

la ley), autor de los siguientes hechos punibles,

imponiéndosele las sanciones con arreglo al detalle siguiente:

Alzamiento armado y organización e integración de grupos irregulares, con la pena de 30 años de presidio; delitos contra la libertad de prensa, con la pena de tres años de reclusión; asesinato, sancionado con 30 años de presidio, sin derecho a indulto; alzamiento armado, con la pena de 30 años de presidio; genocidio en la calle Harrington, con la pena de 20 años de presidio y 500 días multa, entre otros. Por las mismas razones y normas citadas, en el caso precedente se condena a Luis Arce Gómez a la pena de 30 años de presidio, sin derecho a indulto, que debe cumplir en el penal de Chonchocoro. Siendo de conocimiento público que el procesado se encuentra cumpliendo condena en los Estados Unidos de Norteamérica, corresponderá al Poder Ejecutivo tramitar su extradición”.

Arce Gómez se resistió a retornar al país porque asegura que su vida corre peligro. Durante su reclusión en Estados Unidos sufrió un cáncer de próstata, que no recibió un tratamiento médico adecuado y que le obliga a recibir cuidados especiales.

En una carta remitida a García Meza en 1999 reveló que había sufrido una apoplejía y que prácticamente estaba ciego.

El ex represor adujo que no debía regresar a Bolivia, pues no sólo podía ser asesinado, sino que las deficiencias del servicio médico en las cárceles del país pondrán en riesgo su existencia.

Esos argumentos no fueron atendidos por el juez que conoció esta causa.

Datos

EL PERIODISTA boliviano Eduardo Gamarra, residente en Miami (Estados Unidos), reveló ayer a

La Prensa que un juez de ese país decidió la deportación del ex hombre fuerte de la dictadura de Luis García Meza.

LA FUENTE no pudo especificar si Arce Gómez tuvo tiempo para presentar un nuevo recurso de apelación contra la decisión, en este caso ante el Juez del Undécimo Distrito Judicial de EEUU, que funciona en la ciudad de Atlanta, Georgia.

LUIS ARCE GÓMEZ, quien fue dado de baja por las Fuerzas Armadas de Bolivia cuando había alcanzado el grado de coronel de Ejército, no tuvo la posibilidad de efectuar ese alegato.

UNA LEYENDA de terror se edificó en torno de la figura de este militar, apodado en su círculo íntimo como “El Loco”. Se cuenta que durante la dictadura no ordenó la libertad de su madre, que se había quedado a jugar una partida de cartas con sus amigas.

EL TOQUE DE QUEDA empezaba a las 21.00 y concluía a las 06.00. Los soldados que patrullaban las calles de La Paz tenían orden de disparar contra quienes violaran esa disposición.

LOS PARAMILITARES a los que dirigía se movilizaban en ambulancias que la entonces

Caja Nacional de Seguridad Social había importado para el traslado y atención de los pacientes. Esos vehículos pasaron a pertenecer al Servicio Especial de Seguridad (SES), que respondía a sus órdenes.

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