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Concierto de los Veranos de la Villa

John Fogerty lleva la magia de la Creedence a Madrid

martes 14 de julio de 2009, 10:54h
John Fogerty tenía una deuda con nuestro país, tras más de cuatro décadas de carrera nunca había pisado un escenario en España. Los que tuvimos la suerte de verle sobre el escenario de Puerta del Ángel ya podemos decir que esa deuda está pagada y con creces. El líder de la Creedence Clearwater Revival se sacó de la manga uno de esos conciertos que pasan a engrosar los momentos mágicos de todas las personas presentes.
John Fogerty lleva la magia de la Creedence a Madrid
La expectación que rodeaba el concierto era enorme, los Veranos de la Villa colgaban por primera vez en esta edición el cartel de no hay billetes. A las afueras del recinto una gran cola serpenteaba llena de gente, los reventas y los vendedores de bebida hacían su particular agosto y las camisetas de la Creedence lucían orgullosas en el pecho de un público en el que se mezclaban distintas generaciones de amantes del mejor rock.

Por segunda vez consecutiva los Veranos de la Villa dejaban espacio para el público de pie, aunque si hubiesen dejado las sillas nadie hubiese permanecido sentado cuando, a las diez menos veinte de la noche, hizo su aparición Fogerty para tocar los primeros acordes de "Hey tonight". Luego se lanzó con "Bad moon rising", "Green river" y su celebérrima versión del "Suzie Q". Algunos ya se sentían flotar en el aire, Fogerty mantenía ese chorro de voz tan característico y rodeaba a sus clásicos de la Creedence de un sonido más musculoso, cercano al rock sureño. Eso se pudo ver perfectamente en "Ramble tamble", la canción que abría el mítico "Cosmo´s Factory", en la que en la parte instrumental pudimos comprobar como el batería de Fireworks, el grupo que le acompaña en esta gira, es una verdadera bestia parda.

Después tocó el turno de "Who´ll stop the rain" y a este humilde cronista se le erizaron los pelos de emoción. Cuando le tocó el turno a "Lookin´ out my back door" no había ya nadie en todo el recinto que no supiese que estábamos viviendo un momento irrepetible. Además en esta canción tan country rock pudimos deleitarnos con el estupendo fiddle del sobrino de Fogerty, que parece haber heredado la habilidad instrumental de su tío.

Carrera en solitario

Después de este inicio avasallador, en el que el repertorio de la Creedence se convirtió en la única referencia, Fogerty comenzó a repasar su carrera en solitario. Una carrera que empezó en 1973 con la edición de "The Blue Ridge Rangers" un disco de versiones country del que va a sacar una segunda parte este mismo año. Fogerty parecía pasárselo en grande intercambiando solos con su sobrino y, lo que es más sorprendente, el concierto no parecía resentirse. Luego dedicó una canción, "Joy of my life", a su mujer Julie, en el único momento de la actuación en el que se sentó.

Para reenganchar al público optó por tirar de nuevo del catálogo Creedence: "Have you ever seen the rain", coreada al unísono por las más de tres mil personas que abarrotaban el escenario de Puerta del Ángel, seguida de "Keep on chooglin´" y "Born on the bayou", dos ejemplos perfectos del rock pantanoso del grupo. La gente ya daba por bueno el desembolso de la entrada, entre los 45 y 60 euros. Es lo que pasa cuando se vive un hecho histórico.

A partir de aquí Fogerty repasó lo más granado de su discografía en solitario, "Hot Rod Heart" de "Blue Moon Swamp" o "Somebody Help Me" del reciente "Revival", combinándolas con el legado Creedence. Así aún hubo tiempo de corear "The midnight special" o "Down on the corner" antes de que sonase "Fortunate son". Con ese himno contra la guerra de Vietnam terminó el concierto.

Pero, evidentemente, todavía faltaban los bises. Fogerty y su banda reaparecían en el escenario con la que, probablemente, sea su canción más conocida en solitario, la archiconocida "Rockin´ all over the World". Aún quedaba una canción más y todos sabíamos cuál era. Los primeros acordes de "Proud Mary" comenzaron a sonar y el respetable cantó con fuerza a la Reina del río Missisipi. Ahora sí que era el final, el momento de despedir a un artista al que nunca debimos tardar tanto en ver. Que no suene a reproche, después de este concierto, el señor Fogerty se ha ganado a pulso nuestro perdón.



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