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¿Estamos locos o qué?

Pero, ¡qué modernos somos en este país!

Pero, ¡qué modernos somos en este país!

lunes 14 de septiembre de 2009, 15:57h
Hay temas latentes en la sociedad que sólo mentarlos suscitan controversia. Y (no es casualidad) es porque detrás de ellos hay un componente de ética o creencia religiosa (de la que sea). Estos temas, tan sensibles de crear susceptibilidades, además, suelen tener como protagonista a la mujer y a su función biológica principal que es la de la reproducción. Y subrayo el término biológico porque, salvo descubrimiento científico de última hora, las mujeres nacemos con una única función biológica que es la de tener hijos. Afortunadamente hacemos muchas más cosas en la vida, pero el cuerpo humano no entiende de avances y a los doce trece años, zas, te casca la posibilidad de procrear y así hasta que llega la tan temida menopausia (a lo mejor es por eso que en esa etapa nos convertimos en invisibles para los hombres…¡¡¡bahhh porca miseria!!!)

Con la llegada a mediados del siglo pasado de la píldora anticonceptiva, la mujer emprende un camino sin retorno dónde decide cuándo y cómo tener hijos; es decir, planifica su maternidad, hecho que trastoca todo lo demás, estudios, trabajo y por ende, posibilidad de vivir con quién le parezca o, incluso si lo desea, sola (ya no necesita a nadie que la mantenga).  Todo esto trajo consigo, además de una nueva manera de entender la vida, el que muchos sectores, digamos más conservadores, se llevaran la mano a la cabeza. Especialmente la Iglesia. Como siempre, con la Iglesia hemos topado. Yo soy católica practicante pero no comparto esa prohibición que desde el Vaticano se impone acerca de los anticonceptivos. Creo, además, que es más sensato prevenir que recurrir a una opción bastante más traumática como es el aborto. La abstención….pues ¿qué quieren que les diga?, me parece una medida muy buena para los ascetas.

Todo este rollo lo pongo para hablar de la entrada en vigor en unos días de la medida que permitirá comprar la píldora del día después sin receta. Y ahí sí que ya la que se lleva las manos a la cabeza soy yo. Y les explico por qué. Me parece fenomenal que una muchacha, sea de la edad que sea, tome la píldora (todo el mundo tiene derecho a equivocarse y a rectificar, si puede), me parece fundamental que las mujeres españolas tengamos el derecho de tomar ese medicamento si así lo necesitamos. Ahora bien, me parece una locura que dicho medicamento se expida sin receta médica y sin límite y muy especialmente a las menores de edad. La píldora no es una aspirina, no es un fármaco inofensivo del que podamos echar mano cuando algo nos duele. La píldora es un compuesto de hormonas que trastocan, y mucho, el funcionamiento de una mujer. Que su uso sea tan libre y bajo ninguna indicación profesional, me parece una medida arriesgada, imprudente y que puede traer consecuencias graves. Es verdad que el farmacéutico no es un vendedor de cremas y sí una persona con unos estudios de farmacología…pero, ¿es normal que les dejemos a ellos la labor de policías vigilando lo que nuestros menores toman?

Yo, de verdad, hay cosas que se me escapan. ¿Cómo es posible que en el mismo país una muchacha de 16 años pueda abortar sin que sus padres lo sepan, pueda comprarse la píldora postcoital (que no anticonceptiva) sin receta y, sin embargo, no pueda conducir, ni votar, ni hacer botellón? Y lo que es más grave, ¿cómo es posible que esa misma persona de 14 ó 15 años pueda ser responsable de la vida que lleva dentro pero no sea responsable penalmente de sus actos si decide matar a alguien.

Señores del gobierno, aclárense. Dejen de dar bandazos y pónganse de verdad las pilas. Si son menores, lo son, pero para todo. A veces me da la sensación de que tenemos un gobierno que se comporta para deslumbrar y, salvando las distancias, es como esos progenitores que, para hacerse los modernos dejan a sus hijos adolescentes llegar a casa cuando a ellos les parece bien porque “nosotros basamos nuestra relación en la confianza y queremos que tengan la libertad absoluta para que ellos decidan, es más a veces hasta fumamos porros con ellos”. O lo que es lo mismo: “Estamos convirtiendo a nuestro hijo en una condena andante de 30 años”. Pero somos tan modernos…

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