Un debate sobre la educación

Entre la propuesta de Esperanza Aguirre de devolver por ley la autoridad a los profesores y la oferta de un pacto educativo del ministro de Educación Angel Gabilondo, se ha colado la memoria del fiscal general del Estado que señala que se multiplican las agresiones de los hijos a los padres. Las estadísticas hay que tomárselas siempre con alguna prevención y mirarlas con distancia, porque el crecimiento de los datos de un año a otro puede deberse a mil factores, incluso de muestreo. Marcan una tendencia, pero no son  la verdad.

   Lo que es cierto que todos los ciudadanos sabemos que algo no funciona en la escuela y que lo mismo pasa en la familia y en la calle. Lo comprobamos cada día con hechos. Hay más denuncias de padres que sienten terror a sus hijos. Hay sucesos como los de Pozuelo que llaman a la reflexión. Hay amenazas y agresiones a los profesores que salen en los medios. Y muchos padres saben que han aceptado el chantaje de sus hijos y para no tener problemas miran hacia otro lado.

   Me temo que nos quedemos en fuegos de artificio, el asunto ocupe unas cuantas páginas de los periódicos, las televisiones monten varios programas "de denuncia" hipócrita y volvamos a lo de siempre. Esta sociedad nuestra no quiere compromisos ni problemas. No quiere enterarse de la crisis y por eso calan los mensajes de Zapatero y Leire Pajín. Está dispuesta a creerse que los enemigos son los empresarios -los que crean puestos de trabajo- y aspira a la estabilidad garantizada y sin peligro de despido de un puesto de funcionario, aunque sea con un sueldo bajo.

   ¿Servirá todo esto para abrir un debate sobre la educación, la pérdida de valores -no hablo de valores religiosos, sino democráticos, éticos, sociales, de compromiso-, la escuela que queremos, la Universidad que necesitamos? Me gustaría ser optimista, pero me cuesta mucho vistos los antecedentes. No puede haber un pacto educativo si no hay coincidencia en el diagnóstico y en los objetivos y se cuenta con todos los agentes educativos. No es posible devolver la autoridad al profesorado -a todo el profesorado y no sólo al de la escuela pública- si no hay un cambio desde la familia para recuperar el rol que le corresponde.

   Y no puede haber una familia responsable si los padres renuncian a educar a sus hijos, a enseñarles que junto a los derechos hay obligaciones, y que, sobre todo, hay un compromiso social, que lo "público" no es de nadie porque es de todos y que cada euro que nos gastamos todos -los ciudadanos, no el Gobierno- en educación, en servicios públicos, en cultura, hay que respetarlo, cuidarlo, protegerlo. Si se abriera el debate, sólo eso, podríamos cambiar el rumbo, la tendencia que marcan las estadísticas. Y eso sería un gran avance.