En este caso, a Carod le cae un libreto muy lejos de sus posibilidades. Por cómica que sea su tesitura, le toca el papel tecnocrático: reiterar, cé por bé, incluso desarrollándolo para consumir tiempo y presencia televisiva, el programa que presentó ayer el candidato. No hay lugar para el lucimiento, salvo su entrada en escena. Y, aún y con todo, tuvo tiempo de señalar el empeño por mantener y garantizar la libertad de los ciudadanos, sean de donde sean, hablen lo que hablen y vengan –también vayan— de donde vengan/vayan.
Una entrada que el presidente de ERC aprovecha para sacudirle un par de soplamocos dialécticos a Artur Mas, que había señalado en su intervención algunas de las incoherencias de Esquerra con respecto al Estatuto de Autonomía: “una vez el pueblo de Cataluña aprobó este Estatuto, al que votamos que no, es ya nuestro Estatuto”. El primero en la frente, claro. Y el segundo, un poco más abajo, a la altura del corazón, era sobre el patriotismo –entre nacionalistas apasionados andaba el juego-- , “que no es patrimonio de ningún partido”, dijo.
Carod Rovira, defendió, con brillante oratoria, el único lujo que su papel le permitía, el pacto, el Govern d’entesa. Y se congratuló de que sea un gobierno “hecho, pactado y decidido en y desde Cataluña, no a 600 kilómetros de ella, en Madrid”. Y se reafirmó (será vicepresidente del Ejecutivo) la voluntad expresada por el hoy candidato, mañana presidente: “Queremos gobernar para todos”.
El presidente de ERC no sería quien es, si no rematase, casi didácticamente, pero con pasión convencida, el qué y el cómo del nuevo catalanismo, que tiene que ser “integrador, incluyente y moderno. Un catalanismo sin místicos. Sin grandes capitanes”. Y por un nueva Cataluña, “un punto de salida –dijo-, porque para mí lo es, pero también una Cataluña como estación de llegada, de destino”.
En el turno de réplicas y dúplicas, José Montilla contestó a Carod-Rovira, casi dándole agradecidos golpes en la espalda. El candidato, no obstante, señaló las coincidencias no ya de programas sociales, sino de conceptos sobre el qué es y el qué no es Cataluña. Son más las coincidencias, que las diferencias, aunque estas existan. Montilla, retomando el discurso de Carod dijo que apuesta “por una Cataluña en red, fiel a sí misma, pero diversa”.
Y, de paso, ambos, especialmente Montilla, aprovecharon para desmenuzar las líneas del programa conjunto de Gobierno, con especial énfasis en las políticas sociales: educación, sanidad, autonomía personal y cultura.