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Crece el pesimismo sobre el proceso

viernes 24 de noviembre de 2006, 14:46h

   No se disimula nada: el proceso de paz sobre el final de la violencia de ETA y la integración de Batasuna en las entre las fuerzas democráticas de Euskadi puede que esté en las últimas, o incluso pudiera ya haberse decidido su final y su ruptura. Hay una fecha, la del 23 de diciembre, en la que pudiera ya comprobarse ese final y alguna clase de efectos, pero ya disponemos de algunas otras muestras, como la continuación de la violencia callejera en localidades de Euskadi. Si ETA y Batasuna quisieran podrían poner fin en cualquier momento a esa "exhibición de poder" que pudiera ampliarse en las próximas semanas a actuaciones de mayor calado y trascendencia. Ni siquiera se descarta que vuelvan los crímenes, y que se rompa la pausa que se ha venido produciendo tras el asesinato de Joseba Pagazaurtundúa, en diciembre de 2002, y tras los atetados que padecieron los policías Bonifacio Martín Hernando y  Julián Envit, en febrero y mayo de 2003, en Sangüesa, con bomba lapa. La buena racha pudiera tener final en cualquier momento, se teme en medios policiales como políticos, en Madrid como en Vitoria. ¿Hay remedio?

   Cabe suponer que, a estas alturas, hay esfuerzos por reanudar y avanzar en el proceso, pero no parece fácil que las partes cedan y transijan en sus posiciones. El Estado no puede ceder a las exigencias de la mesa de partidos -territorialidad y autodeterminación-, que se supone que son las cuestiones que también planea, en su propio nivel, la banda ETA. Y si esas materias políticas no hay avance, tampoco lo habrá en el final de la kale borroka, ni en la re-legalización de Batasuna, que debiera suponer la extinción de la banda y el traslado al "brazo político" de todas sus competencias en materia de reclamaciones políticas.

   Posiblemente cuando empiezan a volverse a ver "las orejas al lobo" pudieran verse algo más claras algunas de las posiciones que se han mostrado con toda crudeza en los últimos meses, incluidas las de los partidarios de que ese proceso no haya tenido lugar por desconfiar rotunda y plenamente de los interlocutores "abertzales". No faltará quien reclame responsabilidades políticas para el Gobierno que, pese a todo, se ha obstinado en aprovechar esta oportunidad histórica de abrir una etapa nueva... Y que parece estar llegando a la conclusión de que no fue posible "pagar" el precio político que se le exigía a cambio de una cesión de atribuciones propias del mismísimo Dios: matar o no matar a ciudadanos inocentes.

   Se apuran las posibilidades, pero todo parece que será en vano. La tendencia al diálogo de Ternera y su zona de mayor moderación habrá vuelto a perder frente a los más duros, que habrían llegado a la conclusión de que en la mesa de negociaciones pudieran conseguir lo que no obtuvieron en la batalla de casi cuarenta años, cuando Melitón Manzanas y José Pardinas inauguraron la lista de los novecientos muertos, en junio y agosto del 68.

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