"No estoy preparado para tener una relación"

Que levante la mano la que me esté leyendo y haya escuchado alguna vez la siguiente frase: “lo siento, tenemos que dejarlo porque yo ahora no estoy preparado para tener una relación”. No puedo veros ni escucharos pero estoy segura de que sois unas cuantas. Yo, la primera. De tan manida, de tan usada, hasta suena ridícula. Es tan falsa como cuando una cita te deja en la puerta de tu casa y te dice la dichosa frase en sus variadas versiones; a saber: ya te llamo, hablamos, ya te llamaré. No falla, acaba de desaparecer de tu vida, irremediablemente y para siempre.

Pero esto no es una declaración pública solicitando novio (es lo que me faltaba para completar el duro). Esto viene a cuento porque ayer una suerte de hermana mayor que tengo (que debe de andar en extremo preocupada por mi soltería) me envió un artículo de Enrique Rojas que habla de ese miedo que parece que muchos hombres de la sociedad actual tienen a comprometerse, a llevar una vida en pareja. Lleva como titular, el síndrome de Simón, acrónimo de soltero, inmaduro, obsesivo y narcisista. Dice Rojas que esta tetralogía constituye una sinfonía de instrumentos desafinados, un tipo de hombre que ha construido su personalidad con unos materiales de poca solidez, pero que de lejos: brilla y suena y asoma e interesa. O sea, lo que viene siendo, de toda la vida, una joya.

Hombres así todas nos hemos encontrado en la vida. Por esta plaza en la que habito (Madrid) hay mucho ejemplar vivo y no está, precisamente, en peligro de extinción. Se le reconoce fácilmente. Les sugiero unos cuantos tips: guapo, buena planta, entre 30 y 45 años (más o menos). Suele llevar un buen coche, habitualmente tiene un buen trabajo y le gusta hablar de sí mismo. Tiene un objetivo con respecto al sexo femenino: cazar. Y en su instinto depredador lleva a rajatabla el orden natural: persigue a la presa, la caza, se la come, reposa y se va a otra cosa, mariposa. Posee interés cero en permanecer en ninguna cueva y su sexualidad no va unida ni por asomo a ningún tipo de compromiso. Esta palabra le produce pánico, terror, angustia en el estómago.

Dice Rojas que la verdadera libertad del individuo consiste, precisamente en la capacidad de decidir que quieres compartir tu vida con alguien. Una vida en la que te comprometes a crear unos vínculos afectivos que, desde luego, van mucho más allá de la mera atracción inicial y que pasan por amar de una manera profunda a tu pareja. Yo, desde luego, después de leer este artículo me quedo mucho más tranquila. En el fondo pienso que si, a mis 35 años sigo soltera, no es que sea rarita, es que siempre he tenido la mala suerte (cachis) de tropezar con este tipo de hombre en mi camino (también es mala suerte).

Ahora en serio. Todo esto no es ni más ni menos que un producto muy digno de la sociedad de vivimos y padecemos actualmente dónde lo efímero, lo rápido y lo que se consigue sin esfuerzo es lo que prima. No es de extrañar pues que este tipo de comportamiento (yo diría como Rojas que especialmente masculino) sea más habitual hoy que hace cuatro décadas. Obviamente, muchos son los aspectos dentro de la sexualidad que conforman distintas realidades. No hace falta que explique que en los años sesenta la mejor manera de irse a la cama con una mujer era con la tuya propia y hoy en día eso es impensable. Esto es lo que hay .Yo ya ni me sorprendo. Es más, cuando vuelvo a escuchar esa frase estupenda de “yo no estoy preparado para una relación”, pienso para mis adentros: gracias Dios por haberme quitado de en medio a este imbécil. Porque, seamos serios, una persona que hace ese comentario tiene un serio problema. Cualquier adulto está capacitado para adquirir compromisos a lo largo de su vida y, desde luego, el de estar al lado de una persona, no sólo es lo que más te puede llenar sino que, además, es puritita cuestión de supervivencia.