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Fuerzas Armadas

Fuerzas Armadas

lunes 23 de noviembre de 2009, 18:22h
La grotesca gestión del gobierno en el caso “Alakrana” tuvo, entre otras secuelas, frívolos comentarios sobre nuestras fuerzas armadas una de las pocas instituciones que saben lo que tienen que hacer y cómo hacerlo, reducidas a la pasividad por el zapaterismo. Ha llegado a decirse que, dada su falta de operatividad, sería mejor disolverlas. Las más rancias expresiones antimilitaristas han reaparecido como consecuencia de las mentiras, contradicciones y piruetas en el tratamiento político de un asalto a mano armada con rehenes resuelto al gusto y beneficio de los malhechores.

Lo que verdaderamente convendría sería disolver las Cortes para dar lugar a un Gobierno con sentido de la dignidad del Estado. Porque lo que resulta insoportable para el prestigio nacional es la ineptitud de un ejecutivo que no sabe utilizar la fuerza legítima de que dispone. Las Fuerzas Armadas Españolas son eficientes y ejemplares y su calidad humana y técnica son las que corresponden al  nivel de una nación europea de 45 millones de habitantes con una capacidad de proyección internacional y una importante infraestructura industrial al servicio de su defensa.

Los ciudadanos saben esto muy bien. Hasta los dirigente nacionalistas vascos y los empresarios de grandes atuneros han manifestado que los Infantes de Marina a bordo son preferibles a las patrullas de mercenarios reclutadas apresuradamente bajo tutela de un ministerio de Defensa vergonzoso y vergonzante. La opinión sabe que cuando la Armada  capturó a los primeros piratas el barco estaba bajo control y era suficiente incomunicarlo y averiar su s sistemas de navegación para evitar idas y venidas, impedir el acercamiento a la costa y someter a una banda de borrachos y drogadictos a una presión semejante a la que cualquier policía en tierra somete a unos atracadores con rehenes, obligándolos a negociar en inferioridad de condiciones. La sumisión del Gobierno a todos los caprichos de los piratas ha sido como el espectáculo de un mundo al revés inspirado por la cobardía y el desconcierto de unos gobernantes de sainete. La reacción de la célula de crisis no resiste comparación con la reacción en 2002 cuando unos comandos tuvieron que recuperar la isla de Perejil, por ejemplo. Las Fuerzas Armadas Españolas no merecen estar tan mal mandadas. Tampoco merecen, es triste decirlo, la ausencia de un gesto de disgusto compatible con la disciplina en la cúpula de su Estado Mayor.
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