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El riesgo de la 'Falangización' de la oposición

El riesgo de la "Falangización" de la oposición

sábado 02 de enero de 2010, 02:48h

Los resultados del 6 de diciembre son claros y aunque algunos optimistas (despistados) sigan buscando la explicación en fraudes y conspiraciones, el hecho es que la mayoría de los bolivianos voto por un tipo de país propuesto por un líder - caudillo y un aparato comunicacional apabullante.  Cuatro años a fuerza de discursos y simbolismo, antes que gestión en sí misma, lograron consolidar el liderazgo de Morales a niveles inéditos en figura boliviana anterior. Hoy tenemos una figura indiscutible, soportada por una población que le ha dado su voto, su confianza y le ha cedido la autoridad para manejar al país, para bien o para mal. El sistema de partidos desbaratado en las anteriores elecciones dio paso a nuevas formas de oposición basadas en los componentes cívicos y regionales. Las formas opositoras emergentes rifaron su incipiente acumulación y capital político, seducidos ingenuamente por soluciones de corte violento y facilista, por una parte, y la simple formalidad electoral por la otra. No tuvieron la capacidad de entender el problema político de fondo y entre esa limitación y la imposibilidad de tender puentes de acuerdo, el resultado no puede sorprender, más allá del margen mayor al esperado.  Evo había advertido con sepultar a sus adversarios, no ha logrado hacerlo, pero en los hechos la acción opositora será meramente testimonial.  El control del Poder Ejecutivo refrendado en las urnas y el control de las dos cámaras legislativas, darán en breve la chance de hacerse del control del Poder Judicial en la perspectiva hegemónica del Presidente y su entorno político. Después de muchos años, por la vía democrática formal, pero contradiciendo los preceptos de la democracia moderna, el Estado estará subordinado al Gobierno.

En las anteriores elecciones y durante la primera gestión de gobierno, los operadores políticos vinculados al Palacio de Gobierno, se encargaron de asignar al MAS ISP el rol de “instrumento político” que no se organiza de manera corporativa, sino que tiene su simiente en los denominados “Movimientos Sociales” de donde proviene y a donde debe volver cumplidos los objetivos frente al Estado. No obstante a la explicación teórica, el verdadero reflejo ante la realidad es una funcionalidad propia de las formas populistas, vale decir, la decisión se toma en un comité central y el aparato funciona en momentos de candencia electoral y urgencia política. La fórmula le ha dado resultado y es imposible detectar en el MAS sensibilidades, tendencias y corrientes, que lo muestren como un partido moderno y democrático…. no era necesario. Las elecciones de 2009, se han ocupado de formalizar al partido, de alguna manera, en función a las reglas electorales de la democracia occidental. La vitalidad del partido en función a presencia, movilizaciones, oficinas y adhesión ciudadana, ha sido elocuente. El giro hacia la clase media le ha funcionado de manera fundamental, a través de los mecanismos propagandísticos utilizados de manera superabundante y el trabajo político de promesa y tranza política a cambio de adhesión pública de figuras influyentes.   El MAS ahora se ha mostrado como una estructura territorial, ha logrado establecer presencia física a nivel ciudadano, especialmente en los sectores urbanos y seguramente continuará en su acción política visible, teniendo en cuenta las futuras elecciones de abril.  Los nuevos militantes demandarán participación y exigirán su cuotas de poder, esas son las facturas que se tendrán que pagar, por la formalización de las estructuras.

El Presidente y su partido se han hecho del poder para sí. La voluntad hegemónica ha desplazado un sistema de partidos y ha logrado neutralizar las manifestaciones opositoras no partidarias. El siguiente reto, permitirá medir la fuerza regional electoral y el MAS (como estructura partidaria) jugará un papel estratégico para continuar en su rumbo. En el ámbito legislativo, el MAS ya no podrá argumentar el bloqueo en el senado, ya no habrá trampa opositora legislativa y la tendrá muy fácil a la hora de concertar o imponer sus leyes.  El MAS piensa haber fundado el nuevo sistema político boliviano, espera construir el nuevo orden político a partir de su propio origen y esperará (aunque no lo quiere aún) el establecimiento del disenso en su propio marco y límite. La oposición en la dimensión nacional legislativa no tendrá chance de nada en los próximos 5 años y por su propio génesis, es altamente susceptible de ser cooptada por la posición oficial.

El gran reto opositor, está en las próximas elecciones prefecturales y municipales. Los caminos he habilitación política serán muy difíciles. Pero, asumiendo el país autonómico que se inaugura, asumiendo la fuerza de lo regional y local respecto de la visión nacional y finalmente la vitalidad de las regiones y ciudades de potencial desarrollo, el espacio político puede llegar a ser interesante para construir liderazgos contestatarios y opositores. No obstante, la fórmula de la polarización ha fracasado. Es importante precisar que Bolivia ha tenido una conducta histórica centrípeta antes que centrífuga, por lo que la oposición responsable deberá ser asertiva, pero inteligente; propositiva antes que reactiva; democrática y tolerante, antes que autoritaria y violenta. Proseguir con la polarización y la radicalidad, es repetir los errores del pasado reciente, y de la historia política boliviana, tal como ocurrió en los años 50, con la Falange Socialista Boliviana FSB y la ultraizquierda, que terminaron en la marginalidad. No pudieron sobrevivir a un paradigma político inaugurado por el Nacionalismo Revolucionario, que gobernó la realidad política boliviana desde la conspiración, la revolución, la propia dictadura y llegando incluso al nuevo siglo con la democracia formal. Los falangistas buscaron ser los mártires del proceso opositor y hoy son solamente un párrafo en la historia. Las formas opositoras deberán comprender la realidad en los próximos días, si quieren seguir en la carrera por el poder, pero de su adaptación al nuevo escenario político, dependerá su sobrevivencia. Lo contrario significará su desaparición tácita tal como le ocurrió a la otrora vital Falange.         

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