Después de su polémica designación como obispo de San Sebastián, Monseñor Munilla ha dejado claro que vive a gusto en el 'candelero', declarando que "existen males mayores" que los que están sufriendo en Haití y que "deberíamos llorar por nuestra pobre situación espiritual y nuestra concepción materialista de la vida" y no dedicarnos tanto a los ‘pobrecitos’ haitianos.
Por mucha preocupación que el obispo sienta por nuestra ‘materialista’ vida, parece evidente que no es el momento más adecuado para acordarse de ella cuando un país ha sufrido una tragedia en la que se habla de decenas de miles de muertos. Si esa es la forma que tiene Munilla de ganarse a su nueva parroquia, entendemos los recelos de los que protestaron por su designación. ¿Cuanta gente tiene que morir para que Monseñor deje de pensar en sus ‘males mayores’?.