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La Cumbre con descaro de Chávez

La Cumbre con descaro de Chávez

jueves 25 de febrero de 2010, 00:38h

No es una novedad afirmar que Uribe y Chávez son como el agua y el aceite, el blanco y el negro, o la luz y la oscuridad. A través de los años, hemos sido testigos mudos de cómo ambos mandatarios, con sus políticas radicalmente opuestas, se han separado del camino de la hermandad entre los dos países, convirtiendo sus rencillas y sus diferencias en un problema personal que afecta únicamente a los ciudadanos.

Sin embargo, desde hace seis meses la temperatura de las relaciones entre el Gobierno colombiano y venezolano empezó a subir por cuenta de la firma de un acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos. Pronto, la “calentura” dio paso a los característicos comentarios airados, vulgares, y fuera de tono, proferidos por Chávez.

Y es que en su discurso, Chávez expone a Venezuela como una víctima, con el fin de justificar su lenguaje guerrerista, despectivo e incluso desafiante contra Colombia; no obstante, todas las declaraciones del mandatario venezolano se hacen desde la distancia y el amparo de su país o de sus seguidores.

Por todo lo anterior, siempre he pensado que Chávez sufre de graves complejos, entre ellos: el de grandeza; sin embargo, éste trastorno en el mandatario venezolano muestra la particularidad de la cobardía, pues durante los últimos seis meses, desde cuando decidió el congelamiento de las relaciones comerciales con Colombia, rehúye de cualquier evento en el que pueda encontrarse con Uribe. La razón: le teme a un enfrentamiento cara a cara con el mandatario colombiano.

La Cumbre de Río 2010, que se celebró en la ciudad mexicana de Cancún, fue el escenario en el que después de bastante tiempo ambos mandatarios coincidieron, y como una olla a presión que se ha nutrido de palabras vulgares, acciones injustas y acusaciones sin pruebas, el pito voló y la cocina al fin estalló. Cómo dice el refrán: tanto va el cántaro al agua que al fin se rompe, y Chávez probó y probó la paciencia y diplomacia de Uribe, hasta el punto de lograr exasperarlo.

No soy uribista, sin embargo considero totalmente justificado el airado tono en el que el mandatario colombiano le exigió a su homólogo venezolano “ser varón” y, por una vez, enfrentarlo cara a cara para arreglar o acabar de finiquitar las relaciones diplomáticas entre los dos países. Eso es lo que llamó poner las cosas en su lugar, y ante la falta de otras opciones...

Como era de esperarse la reacción de Chávez fue la misma de siempre, insultar con un “vete al carajo” de su habitual y lenguaraz jerga y salir corriendo, pero la cosa en esta ocasión es diferente: la discusión fue presenciada por más de una treintena de mandatarios que se encontraban presentes en la Cumbre.

Ahora las cosas no son al mismo precio, pues los demás países por voluntad propia han decidido meter su “cuchara”, centrando la atención de toda la región en el conflicto de las dos naciones hermanas. Por supuesto ante tal panorama Chávez debe cambiar su actitud frente a Colombia, y es por ello que ha aceptado tan fácilmente y tan de buen grado, el inicio de un proceso para la normalización de las relaciones.

Así mismo, por estar bajo múltiples miradas, el mandatario venezolano ha tenido la osadía y desfachatez, si se me permite la palabra, de asegurar que es Colombia quien no ha querido mejorar las relaciones diplomáticas. Que es Colombia quien “injustificadamente” acusa a Venezuela de un bloqueo comercial al estilo de Estados Unidos con Cuba, pues, según Chávez, es Uribe quien debe agradecerle que durante su gobierno el intercambio entre ambos países se incrementara hasta seis veces.

Igualmente, el Jefe de Estado venezolano ha afirmado que es el presidente Uribe quien, “por múltiples presiones”, ha estallado de la forma menos conveniente, realizando una suerte de “catarsis” que ha permitido condiciones favorables para el inició de conversaciones tendientes al restablecimiento de las relaciones diplomáticas.

Que conveniente, osado y amnésico es el presidente Chávez al pretender mostrarse ante la comunidad latinoamericana como una víctima noble, que siempre ha estado accesible y dispuesta a solucionar las diferencias entre ambos Gobiernos. Como diría Uribe: Señor Chávez, sea varón y tenga el valor de reconocer lo que hace.

En tanto, creo firmemente que la mayoría de los colombianos y de los venezolanos ansiamos que los conflictos entre las dos naciones se solucionen para traernos algo de paz y prosperidad en estos tiempos tan duros y difíciles para todos. Pero yo voy más allá, sueño con que Latinoamérica y el resto del mundo noten la inconveniencia que significa para cualquier pueblo, que alguien tan impulsivo y poco prudente como Chávez, esté en el pode

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