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Del diagnóstico a la política

Del diagnóstico a la política

domingo 29 de abril de 2007, 00:22h

La preocupación mostrada por la élite empresarial latinoamericana por la equidad y por la impostergable necesidad de la integración regional, en el Foro Económico Mundial sobre América Latina, realizado el 25 y 26 de abril en la capital chilena, muestra que los temas económico-sociales y políticos no son ni pueden ser ajenos a este sector de la sociedad.

Los empresarios- capitalistas, según la expresión clásica, devenida en epíteto insultante- conforman un sector poderoso e influyente en las sociedades latinoamericanas, y es útil y conveniente que asuman una responsabilidad en el ámbito de las cuestiones sociales y políticas.

De hecho siempre ha sido así, sobre todo en el plano político, pero con el cálculo de sus intereses corporativos, como clase social, frente a lo que han interpretado con razón o no, como amenazas a su tranquilidad, pero sobre todo a la propiedad.

Así, los empresarios normalmente se han aliado, o han generado o financiado, a las fuerzas políticas que coinciden con sus valores e intereses, y así se han comprometido, como en Chile en los años 70 con la dictadura del general Augusto Pinochet y sus aberraciones.

Hoy parece entenderse en el mundo empresarial -que por lo demás ha buscado el consejo, el asesoramiento de académicos, economistas, sociólogos, y otros especialistas del mundo "civil" -que su mundo es más que los números azules de sus balances, o las perspectivas de "hacer negocios".

El Foro Económico Mundial, se ha transformado, por ello, en una especie de un gran evento para analizar problemas más allá del ejercicio gerencial, elaborar propuestas, intercambiar experiencias, reflexionar sobre la relación de la empresa y el mundo de la ciencia, la cultura y la política.

Sería de esperar que en una etapa más madura de este proceso se produzca el encuentro con el mundo del trabajo, atomizado por el modelo económico neoliberal, pero que en la teoría y en la practica, es indispensable a la hora de examinar la relación trabajo-capital.

De acuerdo a las cifras, precisamente éste es uno de los problemas no resueltos en América Latina y el Caribe y los empresarios comienzan a verlo como un factor a tener presente.

A pesar del notable desarrollo económico y social de la región en los años 2003-2006, el mejor período en los últimos 25 años, hay cifras que confirman que América Latina y el Caribe es un continente donde la pobreza y la miseria no sólo son inaceptables, sino que insultantes.

Según las cifras disponibles de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) del año  2005, el 39.8 por ciento de la población de América Latina y el Caribe se encontraba en situación de pobreza (209 millones de personas) y un 15.4 por ciento (81 millones de personas) en pobreza extrema o indigencia.

Lo que cabe esperar es que la preocupación por la situación de los trabajadores, de "los pobres", no se quede sólo en la consideración de que estos son "consumidores", o que la pobreza es -cínicamente hablando- una mala inversión, que perjudica el comercio y las ganancias, al mantenerse esa amplia masa sin poder adquisitivo alguno.

Es cierto que es que es la salud social del continente la que está en riesgo frente a la situación que confirman las cifras, unida al hecho de que América Latina es la región del mundo que presenta el mayor nivel de inequidad.

Es la propia democracia la que podría estar en riesgo, frente a una eclosión social que provoque inestabilidad, inseguridad o el surgimiento de líderes carismáticos que lleven a los pueblos a salidas facilistas, confrontacionales y, en definitiva nuevas frustraciones.

Pero lo fundamental es que los empresarios, como los políticos y otros actores del mundo social, deben actuar porque es impresentable, claramente injusto, el panorama que testimonian las cifras.

Cabe esperar entonces que el discurso se transforme en acción, y que el Foro Económico Mundial reunido en Santiago para examinar la realidad latinoamericana no se quede en la palabra y el sentimiento, y como buenos ejecutivos lo conviertan en programas de acciones concretas.

Es cierto que América Latina requiere  inversión y productividad, educación e innovación tecnológica, para crecer y desarrollarse.

Pero es la estabilidad e inclusión social, instituciones públicas confiables, integración energética y en infraestructuras, acuerdos políticos básicos, el andamiaje donde se creará una sociedad mas justa, y esta demanda no es una consigna trasnochada, sino que de lo más presente y perspectiva.

Y como dijo en el Foro, el ministro de Hacienda de Chile, Andrés Velasco, "es más fácil comentar qué hacer, que pasar del diagnóstico a las políticas".

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