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De la Vega y el selecto Harvard Club

miércoles 28 de abril de 2010, 05:13h

Seguramente no fue baladí la elección del Harvard Club para celebrar el encuentro que mantuvieron este martes empresarios españoles con intereses en Estados Unidos con la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega durante su visita a Nueva York. Se trata de uno de los clubes sociales más selectos y exclusivos de la Gran Manzana, situado en pleno midtown neoyorquino, a escasos metros de la archiconocida Quinta Avenida.

Las instrucciones antes de llegar al evento era muy precisas: los periodistas tendrán que ir vestidos para la ocasión, “nada de pantalones vaqueros”, como ocurre en otros templos elitistas de la ciudad de los rascacielos como el Metropolitan Club, y además para acceder al edificio deberán hacerlo por la puerta de atrás, el “delivery entrance” que dicen por estos lares. Porque la entrada noble está reservada para los miembros del club y para sus invitados especiales.

Cuenta en la actualidad con más de diez mil miembros que deben cumplir una serie de requisitos, siendo el principal poseer un título de la prestigiosa universidad, además de rellenar un exhaustivo formulario de inscripción con todo tipo de detalles y esperar que todo vaya bien en la entrevista que todo aspirante debe pasar para obtener un pasaporte de entrada. Ahora con la crisis parece que han suspendido temporalmente la obligación de llevar cartas de recomendación de al menos dos veteranos.

Algunos, despistados y sin ningún afán de saltarse las normas, tuvieron la osadía de entrar por la puerta principal no sin antes tener que responder a las preguntas de rigor del guardián de turno. “Venimos a ver la vicepresidenta de España”, unas palabras mágicas para poder tomar el ascensor que te llevaba hasta la tercera planta donde se iba a celebrar el desayuno de trabajo. Acceso total a los medios para la intervención inicial pero el turno del coloquio con las puertas cerradas a cal y canto.

Uno de los asistentes contó a la salida que las empresas españolas aprovecharon la cita para pedir al Gobierno que haga mayores esfuerzos de promoción de España en Estados Unidos. Los franceses o los italianos nos llevan mil años de ventaja, vinieron a decir. La vicepresidenta trató de defenderse hablando del plan Made in/By Spain lanzado el año pasado por el ministro Sebastián. “Eso no es suficiente”, le respondieron al unísono los empresarios.

Ya con los micrófonos abiertos, la vicepresidenta quiso lanzar de nuevo un mensaje de confianza en la economía española y pedir tranquilidad para los mercados, defendió que el Gobierno sabe hacer bien los deberes y presumió de los números que le son favorables: una contracción económica el año pasado por debajo de la media de la zona euro y un nivel de deuda pública inferior al de la media de nuestros vecinos europeos.

En todo caso no eludió que España atraviesa problemas serios como el paro y el abultado déficit público, pero tuvo palabras duras para las agencias de calificación que, dijo, solo hacen “pura especulación” con los escenarios catastrofistas que dibujan para el país. “Produce cuando menos cierta dosis de perplejidad”, fueron las palabras de De la Vega, que tampoco quiso entrar al trapo de la reciente advertencia del Banco Central Europeo sobre la situación fiscal.

Por cierto, el desayuno del Harvard Club, correcto, pero nada que envidiar a nuestro chocolate con churros.

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