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Moneda bajo alerta

Moneda bajo alerta

miércoles 28 de abril de 2010, 05:33h

Al anunciar la devaluación de la moneda venezolana a principios de este año, el Gobierno del presidente Hugo Chávez creyó que el poder de las reservas venezolanas, entonces en más de 35.000 millones de dólares, iría a cubrir con creces la demanda por divisas, en ese entonces crecientes.

No acertó. La sábana de divisas venezolana es corta para la demanda, que continúa mayor que las entregas que el Gobierno puede realizar al mercado abierto, es decir al mercado paralelo. Allí, la divisa estadounidense se cotiza en un 20% a 25% más que el máximo fijado el 9 de enero por el Banco Central venezolano: 4,30 bolívares fuertes (el bolívar quedó tan debilitado por la erosión inflacionaria a lo largo de los años que hubo que agregarle un calificativo para cortar algunos ceros de su relación con el dólar). La diferencia en la cotización debería inhibir el apetito en el mercado paralelo. No ha sido así y las reservas monetarias venezolanas han caído un 20% entre el 31 de diciembre y el pasado 15 de abril: de $34.890 millones a $27.860 millones. Desde nuestra perspectiva, parecerá una cifra gigante, pero no para un país que importa unos $23.000 millones anuales, más de tres veces que Bolivia, y que necesita un colchón equivalente a 18 meses de importaciones para mantener sus finanzas en equilibrio. Conclusión: la sábana llega sólo hasta las rodillas.

La situación se complica cuando se agrega un factor fundamental: los suministros de divisas son insuficientes para la demanda de importaciones. Una porción cada vez mayor proviene del mercado paralelo, que es más costoso. Esto ocasiona una presión creciente sobre los precios y explica sus consecuencias: una economía que adolece de la mayor inflación de América del Sur, con más del 5,8% en el trimestre pasado (30,9% en 2009).

Es en este marco que Venezuela ha celebrado el pasado 19 de abril el bicentenario de la gesta que la llevó a la independencia de España. Pero las señales que emite la economía contrastan con los festejos que el gobierno del presidente Chávez ha ofrecido a sus compatriotas.

Como habrá elecciones legislativas en septiembre, es probable anticipar que, al igual que la mayoría de los gobiernos sudamericanos, el del presidente Chávez meterá la mano en el bolsillo para aumentar gastos y aparentar bonanza. Eso puede empeorar las cosas. Es como si a un bebedor de cerveza le pusieran más latas de la bebida (fiada) en el refrigerador.

Las autoridades monetarias bolivianas deben seguir con lupa lo que ocurre en Venezuela. Le debemos sumas importantes no contabilizadas por importaciones de diésel y por los cheques que recibían los alcaldes de la Embajada venezolana hasta el año pasado. No es deuda registrada pero es deuda. Y el acreedor nos puede cobrar.

El otro día fui a una casa de cambios y pregunté cuanto se estaba pagando por el dólar billete. El locuaz cambista me respondió: 7,05 bolivianos. La cotización es aproximadamente el 1% superior al tipo de cambio para la compra señalado por el Banco Central. No es una diferencia que preocupe, lo saben los economistas, pero es una demostración de que las paridades cambiarias no son rígidas ni permanentes. Al final, economías como la boliviana están atadas a las de sus vecinos. Un sismo leve por allí puede convertirse en terremoto devastador por acá.

haroldolmos.wordpress.com

Periodista

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