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Detalles de un recuperado Juan Bautista que pareció no pisar a fondo el acelerador

Sábado 12: Los mulilleros cortan una oreja... para Valverde

Sábado 12: Los mulilleros cortan una oreja... para Valverde

Toros de ARAÚZ DE ROBLES, muy variados de pelaje, bien aunque desigualmente presentados, mansos y flojos. El 1º, con casta. JUAN BAUTISTA: ovación y saludos; silencio. JAVIER VALVERDE: silencio; oreja muy protestada. IVÁN GARCÍA: silencio; silencio tras aviso. Las Ventas 13 de mayo. 3ª de feria. Lleno.

domingo 13 de mayo de 2007, 10:41h
Valverde cortó una de las orejas más pachangueras y facilonas de la historia de Las Ventas, con la colaboración de los mulilleros y del usía. Un manso y flojo encierro de Araúz sólo dejó ver detalles artísticos en Juan Bautista y las ganas del propio Valverde y de Iván García.
Vídeo resumen del festejo. Cortesía de Taurodelta.
Lo peor de la tarde llegó al final, desde Valladolid, con la noticia de la cornada de Talavante, que le impedirá hacer el paseíllo aquí este martes. Otro castigo que añadir a un festejo plúmbeo, como la condición de los eternamente fracasadores toros de Araúz de Robles, que volvieron a las andadas.

Claro que lo peor de lo estrictamente acontecido sobre la arena venteña fue la concesión de una oreja verbenera, de las más verbeneras de la historia del coso, ¡se lo juro!, a Javier Valverde, que había estado voluntarioso y valiente en el platillo con el quinto. Todo caminaba hacia la ovación, pero salió trastabillado y perseguido cuando dejó la estocada y eso impresionó a algunos -¡ay, ese público facilongo de los fines de semana- ,que sacaron los pañuelos.

No es que hubiera mayoría, quia, mas los mulilleros hicieron su trabajo de retardar el arrastre -para lo que deben tener sus razones-, el presidente, le llamaban Trinidad ... López, se dejó llevar y echó otro borrón sobre su ya negro historial en el palco y sobre el del coso.

De similar guisa se comportó Valverde con su segundo, pero no hubo arreón a la hora de matar y fue silenciado. Como Iván García, que se estrelló con la flojera descastada de su lote, aunque se lució en algunas verónicas arrebatadas y en un bello galleo por chicuelinas.

A este remedo de toreo bueno se sumó Juan Bautista, clásico, ortodoxo y templado en redondos y adornos con el que abrió plaza, el único con algo de codicia y casta, aunque el francés no llegó a 'romperse' y no apretó a tope el acelerador.

El cuarto sin trapío e invalidísimo, no le permitió más que escuchar las protestas de parte del público -los aficionados dabuten- que incluso corearon el grito de "'toro,toro!" a un palco sordo, donde mandaba, por desgracia ese que llamaban y llaman Trinidad.
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