La Pantoja -y el morbo- triunfa en Valladolid

La expectación generada por el concierto, gracias al cual la protagonista se embolsó unos 60.000 euros, alcanzó tal grado que ya a las 15,00 horas medio centenar de fans de la Pantoja, llegados de distintas partes de España e incluso del extranjero, se congregaban bajo el escenario con el fin de asegurarse un espacio desde el que poder contemplar de cerca a su ídolo, pese a que la actuación no empezó hasta las 22,00 horas.

Para entonces, la Plaza Mayor de la capital del Pisuerga vestía ya sus mejores galas, como las lucidas recientemente para festejar el ascenso del equipo local a Primera División del fútbol español. En esta ocasión, decenas de miles de personas abarrotaron la plaza, las bocacalles más próximas, y los balcones junto al escenario, algunos de ellos ocupados por periodistas del programa del corazón --medio millar de profesionales se había acreditado para el evento-- tras abonar en algunos casos cantidades próximas a los 5.000 euros.

Durante el concierto, en el que no hubo incidentes, pese a algunos momentos de tensión cuando u n grupo de jóvenes desplegó una pancarta que se podía leer 'Pantoja aféitate las patillas. Dónde está la pasta', la tonadillera desplegó todo su repertorio musical con canciones coreadas por los asistentes, cuya media de edad rondaba los 50 años.

Con un vestido naranja `para sus primeras canciones, para luego cambiarse a uno oscuro, y, por último, a uno de lunares con el que acabó el concierto dos horas después, Isabel Pantoja se dirigió al respetable con palabras de "os quiero, gracias a vosotros estoy aquí arriba", o "gracias en mi nombre y en el de mi familia", si bien el momento más emotivo, en el que la cantante dejó escapar unas lágrimas, se produjo al inicio de la canción en la que confiesa estar enamorada. pero que, una vez más cambió de letra para la ocasión.

El concierto no sólo sirvió para que la cantante enjugara parte de la fianza depositada por su imputación por delito de blanqueo de capitales, sino que el sector hostelero de Valladolid obtuvo pingües beneficios por la afluencia de miles de aficionados y profesionales del periodismo, procedentes de distintas partes de España y que coparon las plazas hoteleras de la capital y de algunos pueblos de su alfoz.